miércoles, 27 de octubre de 2010

LOS NADIS-






No se puede hablar de los chakras sin aludir a los nadis o conductos por los que circula la energía pránica, y a Kundalini, la misteriosa fuerza que está en el centro de toda la teoría y práctica tántricas.
El cuerpo sutil está formado, además de por los chakras, por una infinidad de conductos sutiles que, a semejanza de lo que ocurre con el sistema sanguíneo y nervioso del cuerpo físico, recorren la totalidad del ser humano y sirven para trasmitir las corrientes de energía psíquica: son los nadis, “tubos de la fuerza sutil” entrelazados como los hilos de una compleja red. Un antiguo texto tántrico nos dice que los nadis son tan finos y numerosos como los hilos de una tela de araña”. Los nadis van a parar a centros de energía que actúan como reguladores, condensadores y transformadores del prana o energía vital.


Nadis, conductos sutiles

Hay miles de nadis -350.OOO según el Shiva Samhi, pero de entre todos ellos destacan tres: el más importante es el nadi Sushumna, que, situado en el centro, asciende en línea recta, corriendo paralelo al eje cerebroespinal y atraviesa todos los chakras como el hilo que inserta las cuentas de un collar. El esta está formado a su vez por tres nadis: uno de naturaleza tamásica, otro de naturaleza rajásica y otro, eje central, cuyo nombre es chitrini, de naturaleza sátvica. Es por el centro de este último por donde sube kundalini una vez que se pone en movimiento. Y entonces, según leemos en un texto tántrico, Sushumna “centellea como una sarta de joyas”.
A uno y otro lado del Sushumna se encuentran los nadis Ida y Pingalá, situados respectivamente a izquierda y derecha: el primero es blanquecino, lunar y femenino; el seoundo, de intenso color rojo, solar y masculino. Mientras sube recto desde el coxis y los órganos genitales hasta la cima del cráneo, los nadis Ida y Pingalá van serpenteando en torno al Sushumna, pasando de derecha a izquierda y viceversa, describiendo un movimiento curvo que los lleva a rodear cada chakra sin pasar por él.
Por lo que se refiere a Kundalini, ya hemos visto que es la fuerza que yace oculta en el centro pránico inferior, el chakra Muladhara. La Kundalini suele ser representada como una serpiente dormida y enroscada. Se trata de un reflejo de la Shakti o potencia divina que está latente dentro del ser humano, esperando a que, por medio de la adecuada disciplina espiritual, se la despierte para desplegar toda su potencia liberadora. Kundalini se convierte entonces en una “serpiente de fuego” que asciende irresistiblemente encendiendo la cadena de los chakras. A veces se le llama “la reina dormida”, lo que recuerda a la figura de la doncella de estirpe real dormida por obra de un encantamiento la cual, guardada generalmente por un dragón o gigantesca serpiente, espera la llegada del príncipe azul que la ha de despertar de nuevo a la vida, en los cuentos y leyendas occidentales.
La técnica del Yoga tántrico consiste en purificar los nadis por medio de la operación que recibe el nombre de Shodana. Gracias a esta purficación, se consigue que el prana o energía vital, que normalmente discurre por los nadis laterales, se canalice por el nadi central. Una vez hecho esto, hay que despertar la Kundalini para que ascienda derecha y sin obstáculos por el centro de la arteria axial, es decir, del nadi Sushumna, hasta llegar al chakra superior, Sahasrara, después de haber atravesado y revitalizado los seis chakras restantes.
El camino que recorre la Kundalini al ponerse en movimiento recibe el nombre de Brahama-nadi, “camino regio” o conducto real”; camino que discurre por el centro del centro de Sushumna, por el medio del Nadi Chitrini. A traves de dicho “camino regio”, kundalini -nos dice el gran sabio hindú Sankaracharya- sube como una amante novia para unirse al novio supremo que es Shiva, Señor de la Liberación y Maestro del Yoga.