Este quinto rayo irradia y manifiesta la verdad por excelencia.
El concepto que tiene el hombre sobre la verdad y la mentira de lo real e irreal, dista mucho de la esencia que proyecta este rayo.
La verdad es Dios y toda su creación. La mentira es la proyección de la mente humana.
Desde hace siglos se ha creído en el concepto del bien y el mal como dos fuerzas antagónicas que continuamente luchan entre sí disputándose todo el poder.
La idea de un Dios que premia los buenos actos y castiga los malos, ha sido enraizada fuertemente en la conciencia humana. También el arcaico concepto de que Dios y sus aliados batallan constantemente con el poder del mal y sus huestes infernales. Esos conceptos errados han sido los basamentos fundamentales de la mayoría de las religiones.
A través del conocimiento metafísico de los 7 rayos y leyes universales, hoy comprendemos que el único poder proviene de Dios y es la verdad absoluta, buena y real de toda su creación. También se entiende que el mal y sus consecuencias son patrimonio de la mente mortal y su concepción proviene del error, de la mentira y la ilusión efímera de lo irreal.
Sería ilógico pensar que un ser tan poderoso e inteligente como el Padre Madre Dios, creara un poder antagónico como el mal para que le disputase su reino. Todas las religiones monoteístas coinciden en el concepto de omnipotencia divina (que Dios tiene todo el poder) por lo tanto ¿qué poder le queda al mal?
En las sagradas escrituras, más específicamente en el Génesis, Cap. 1, vers. 31, leemos que Dios luego de haber realizado la creación de los cielos, la Tierra y el hombre, declara buena a toda su obra. Contradiciendo todo lo anterior aparece la mano humana en la segunda parte del Génesis donde puede verse a una víbora que habla (única en su género) aconsejando erradamente a los primeros hombres.
Continúa el relato y vemos a Jehová (Dios) castigando a sus hijos con la mortalidad, debido a los errores cometidos en el transcurso de sus primeras experiencias terrenales. Continúa maldiciendo a la serpiente por parlanchina y condenándola a que de por vida se arrastre y coma polvo (Génesis Cap. 2 vers. 14).
Luego, condena a la mujer a los dolores del parto y a la sumisión absoluta del hombre (Génesis Cap. 2 vers. 16). Prosigue Jehová maldiciendo a su creación, el hombre y condenándolo a una vida de esfuerzos y sacrificios (Génesis Cap. 2 vers. 16/19). Concluye esta segunda parte del Génesis con su expulsión de los jardines del Edén (Génesis Cap. 2 vers 4).
En el capítulo 1 del Génesis, versículo 26 dice Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” y en el versículo 27, “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y hembra los creó.”
En el capítulo 2 del Génesis, versículo 18 dice: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él.” Luego, se relata la segunda creación de la tierra, los animales, los peces y las aves (Capítulo 2 versículo 29). En el versículo 22 al 25 Jehová Dios vuelve a crear a la mujer para que le sirva de compañía al hombre.
Estas contradicciones y repeticiones de la creación divina denotan la clara interferencia del error humano.
La divina luz verde precipita la verdad de todo lo esencial, dejando al descubierto la mentira humana.
En el Nuevo Testamento el maestro Jesús declara que nada oculto en la mentira prevalecerá, puesto que la luz de la verdad siempre brillará.
Los nativos de este rayo aman el conocimiento concreto de todas las ciencias. Son investigadores por excelencia y cuando están bajo una fuerte irradiación de esta luz son capaces de comprender las verdades de la creación, sus leyes y manifestaciones divinas.
La inteligencia vincula lo superior con lo inferior, los cielos con la tierra. El quinto rayo une estas dos polaridades, precipitando el conocimiento etérico hacia el mundo físico terrenal.
El arcángel Rafael (médico del cielo) guía y dirige este rayo a la humanidad.
El día Jueves manifiesta su mayor irradiación.