domingo, 7 de noviembre de 2010

LEY DEL KARMA-

Ley del Karma

La energía de atención, amabilidad y bondad que siempre has emitido es convertida por el Universo en energía de dinero y devuelta a Ti en el momento oportuno. Recibe tu justa recompensa de un buen karma.

El odio y la cólera son energías perjudiciales. Si las emites, tam­bién ellas regresarán de una forma u otra. Puede ser como la mor­dedura de un perro, como mala salud, un accidente o una persona que te odie.

La Ley del Karma dice: “tal como das recibes”. Los malos pen­samientos y acciones vuelven a ti. También la amabilidad, la aten­ción para con los demás, el amor, la alegría y la generosidad. Con la medida exacta que tu vivas esas cualidades. Recibirás en algún momento el equivalente en tu vida. Puede que no provenga de la misma dirección hacia donde las enviaste.

El karma queda registrado en el libro de contabilidad. Los pensa­mientos, emociones, palabras y obras resultantes del amor se anotan en la columna del haber. Los negativos van en el debo. El Universo repasa las cuentas cuando menos lo esperamos. Las personas que no son conscientes del karma, lo llaman destino o suerte, ya sea buena o mala.

Siempre resulta prudente tener un saldo positivo en el banco del karma. Para poder sacar de la cuenta en momentos de necesidad. Piensa, habla y actúa en nombre del bien más elevado y serás una persona afortunada.

Tu familia es tu karma. Tu alma escoge a tu familia antes de na­cer. Los lazos familiares difíciles pueden ser una consecuencia de sentimientos o situaciones no resueltos en vidas anteriores. Esta vez escoges a esta familia porque querías otra oportunidad para resol­ver los problemas. Te ofrecen las lecciones que tu alma necesita aprender. Los sentimientos de intimidad, afecto y amor hacia miem­bros de tu familia casi seguro significan que tuviste un lazo afectuo­so con ellos en otra vida. Los escogiste para que te apoyaran y te dieran unos sólidos cimientos amorosos en ésta.

Nuestra alma ha decidido que debemos aprender a relacionarnos con los miembros de nuestra familia y que debemos aprender unos de otros. Como seres humanos, muchas veces rehusamos aceptar las oportunidades que nuestros parientes nos brindan para el crecimiento y la transmutación de karma. En lugar de ello, preferi­mos seguir con las antiguas venganzas o sentimientos de separación y susceptibilidad. Muchas veces he oído decir a las personas: «Pode­mos escoger a los amigos, pero no a la familia». De hecho, es nues­tro Yo superior quien escoge a nuestra familia, mientras que los ami­gos los escogemos de acuerdo con nuestra personalidad.

Al amar y respetar a los demás, sanamos las relaciones karmáticas.

Las estructuras mentales que traes a esta vida también forman parte de tu karma. Si tu mente te dice que no eres lo suficientemen­te bueno, esa creencia atraerá inevitablemente a tu vida cosas y per­sonas que te harán sentir inferior.

Crea un buen karma en tu vida. Entonces ocurren cosas maravillosas. Tú eres el responsable de tu propia estructura mental. Así que cam­bia los programas si no te sirven. Tú eres la única persona que puede hacerlo.

Tu salud es tu karma. Antes de encarnarte escogiste a tu familia, los retos con los que te ibas a encontrar y también tu misión. Tam­bién escogiste tu cuerpo y tu predisposición genética. Si para la evolución de tu alma escogiste una familia con una predisposición a una enfermedad determinada, el reto que ello implica se convier­te en tu karma. Puedes haber escogido una familia que goza de buena salud y de unos cuerpos robustos. Entonces ése es tu karma. Las opciones que se abren frente a ti en cada momento respecto al pensamiento y a la emoción, afectan a tu vitalidad y a tu salud. Esto es karma.

Jesucristo describió el karma diciendo «tal como siembres reco­gerás. Si cuidas bien de tus semillas obtendrás buenas plantas.

Existe una exacta compensación espiritual para todas las experiencias de nuestra vida. Si alguien está acumulando grandes deudas kármicas entrando a robar en una casa, robando coches o dañando la creación de Dios de alguna manera, es un acto de compasión y de sentido común por parte de la sociedad detener a esa persona. Eso significa que ya no podrá acumular más deudas, lo que com­portaría que sus vidas posteriores fueran mucho más difíciles.

La hoja de balance de tu karma lleva el nombre de registro aká­sico. Tu archivo personal está custodiado por tu ángel de la guarda. que te acompaña a lo largo de todas tus vidas y que también recibe el nombre de ángel del registro.

Los Señores del Karma, que son seres increíblemente evolucionados, están a cargo de todos los regis­tros akásicos, que se guardan en el gran ordenador Universal. Cuando se te ofrece la posibilidad de encarnarte, ellos ayudan a tu alma a tomar importantes decisiones, entre ellas la elección de los padres y lo que deseas aprender y conseguir en esa vida.

El karma se lleva de una vida a otra. Puede que no experimen­temos las consecuencias de nuestras acciones hasta una vida posterior. Por eso muchas veces no existe una correlación obvia y visible entre una acción y su consecuencia, con el resultado de que muchas personas se han olvidado de la Ley de Causa y Efecto. Cuanto más elevada es nuestra vibración, más rápidamente regresa el karma a nosotros. Si sientes que nunca te han pasado nada por alto es que estás sujeto a un karma instantáneo. Ello significa que lo que emites regresa a ti instantáneamente. Es una señal de que te estás volvien­do más evolucionado porque tu hoja de balance kármica está siem­pre al día. Tu alma y a no te permite acumular deudas.

Ahora Dios ha decretado que es tiempo de que termine el karma en la tierra. Puedes tener acceso a tu archivo akásico, a la hoja de balance de tus deudas y créditos, mediante la medi­tación.

Tenemos el inmenso privilegio de vivir en esta época, en la que pode­mos solicitar una dispensa divina para liberarnos de nuestra deuda kármica. Ésta es la primera vez que algo así está al alcance de las almas que viven en la Tierra. Cuando hayas hecho todo lo posible para sanar una situación o una relación, puedes pedirle a la Fuente, en meditación, a través de los Señores del Karma, una dispensa Divina para liberar la carga de tu karma.