lunes, 7 de febrero de 2011

EL EQUILIBRIO ACIDO-ALCALINO.-



Equilibrio ácido-alcalino


El equilibrio ácido-alcalino es esencial para la vida.
Respeta la ley de polaridad, según la cual todo es dual, todo tiene dos polos. Todo par de opuestos son los extremos de lo mismo, el equilibrio se encuentra en el centro. Los opuestos son idénticos en naturaleza pero diferentes en grado, se pueden cambiar, transmutar y conciliarse .

El pH es la unidad de medida que indica el grado de acidez o alcalinidad en una escala que va de 0 a 14.
El equilibrio entre el ácido y el alcalino está indicado por el pH neutro, con el número 7.
El pH alcalino (o base) es de 7 a 14, a mayor alcalinidad, o a menor acidez, más alto será el pH.
Ácidos y alcalinos poseen características opuestas, reaccionan entre sí tendiendo a neutralizarse.



El equilibrio ácido-alcalino es un factor importante para la salud. El aumento de acidez es la acidosis y el de alcalinidad es la alcalosis, las desviaciones de los parámetros normales inciden en la salud. También es importante señalar que el organismo tiene un sistema de protección frente a los aumentos de acidez denominado, sistema tampón, que tiende a equilibrar el pH orgánico.

Los desequilibrios del pH se deben a diferentes motivos:

• Hábitos alimentarios que determinan una dieta con exceso de ácidos y déficit de alimentos alcalinos frente a los ácidos.
• Inadecuada transformación y neutralización de los ácidos debido a carencias en el organismo de substancias neutralizantes, sales, y oligoelementos necesarios para las adecuadas reacciones . enzimáticos del organismo.
• Produce acidosis: la fatiga, el exceso de actividad física y tensión muscular .
• La sub-oxigenación de los tejidos dificultan la eliminación de los ácidos. Las posibles .
causas son: el sedentarismo, aire contaminado, mala respiración por motivos funcionales o por enfermedad.
• Problemas digestivos y dificultades en el funcionamiento de los riñones, hígado y páncreas.
• Procesos infecciosos .
• Factores hereditarios y genéticos.

Para un sano metabolismo celular, es preciso que junto al oxígeno, la sangre tenga un constante flujo de sustancias de naturaleza alcalina, con el fin de neutralizar los ácidos. En caso de necesidad -sea por exceso de ácidos o por carencias nutricionales de alcalinos- debe recurrir a la reserva alcalina de huesos, dientes, tejidos y humores con el objetivo de restablecer el vital equilibrio ácido-básico.

El excedente de ácidos en el cuerpo se puede presentar:

• Agresión por ácido: Los ácidos provocan inflamaciones al irritar los tejidos. Por ejemplo, se observa en la piel reseca, enrojecida, sensible, también de forma general autointoxicación progresiva del organismo.
• Desmineralización: Ante una agresión de ácidos, el organismo obtiene de los tejidos los elementos minerales indispensables para su protección. Si esto es repetitivo se puede llegar a una desmineralización del cuerpo.
• Formación de depósitos: El exceso de mineral obtenido de los tejidos del cuerpo sobrecarga órganos y puede originar formación de depósitos, esto puede estimular la formación de cálculos (biliares, urinarios o salivares) o el endurecimiento patológico de los órganos, por ej. articulaciones, sordera.
Por debajo de 5,5 se puede producir precipitación de ácido úrico que puede producir cálculos.
Estos fenómenos también pueden producirse por exceso de alcalinidad, generados por otras sales como los fosfatos.
• Disminución de las defensas orgánicas: El sistema inmunitario se debilitan por la agresión de los ácidos y la desmineralización, los órganos mas afectados por la acidosis presentan infecciones de repetición y persistentes .

En los alimentos hay ácidos beneficiosos y otros perjudiciales.

Ácidos beneficiosos son los frutales: cítrico, málico, tartárico, fumárico, etc.
Estos ácidos orgánicos, una vez metabolizados en el organismo se combinan con minerales como el sodio, calcio, potasio y dan lugar a sales minerales, carbonatos y citratos, elementos que tienen la capacidad de fluidificar y alcalinizar la sangre, o bien se oxidan en la sangre y son eliminados del organismo como anhídrido carbónico, activando la ventilación pulmonar.
Por ej. el efecto del limón, cuyo jugo es ácido es utilizado para la acidez de estómago.

Ácidos no tan beneficiosos para el organismo: oxálico, el benzoico, el tánico y sobre todo el úrico, el láctico y el butírico.
El oxálico está presente en acelgas, espinacas, cacao y remolacha, además de su acción acidificante, disminuye la absorción de calcio y daña los riñones.
El ácido benzoico, presente en las ciruelas, está contraindicado en gota y reumatismo.
El tánico, se encuentra en café, té negro, vino tinto, fruta verde o poco madura, precipita la pepsina clorhídrica y bloquea o limitar la digestión de las proteínas, está asociado con algunos tipos de cáncer.
Se recomienda usar con moderación las verduras antes mencionadas.



Ácidos presentes en las carnes: úrico, láctico y purinas. La desintegración de células animales -del propio cuerpo o de alimentos animales- dejan un residuo tóxico y ácido. Este residuo, además de consumir bases para poder ser neutralizados en la sangre, deben ser eliminados del organismo.
El buen funcionamiento de los órganos de eliminación (principalmente riñones y piel), hacen que el ácido úrico sea eliminado satisfactoriamente.
Al acentuarse los efectos nocivos de la acidificación en el organismo, los órganos de eliminación pueden perder eficiencia y el ácido úrico y otros residuos metabólicos de naturaleza ácida, al no poder ser eliminados eficazmente del organismo, entonces son retenidos por el tejido conjuntivo, así como en los huesos y cartílagos del cuerpo, con el objetivo de retirarlos del flujo sanguíneo y poderlos eliminar más adelante. Esto da origen a dolencias como: artritis, artrosis, reumatismo, enfermedades del corazón, de los nervios, ciática, alergias, eccemas, herpes, urticaria, asma, nefritis, hepatitis, cálculos, arteriosclerosis, etc.

Según la Dra. Kousmine existen razones nutricionales, derivadas de la forma actual de alimentación, que originan principalmente un exceso de acidez que perjudica al organismo.

Una alimentación pobre en bases o alcalinos dificulta el normal proceso de combustión en los tejidos celulares, originando la formación de residuos de naturaleza ácida, muchos de los cuales no pueden ser eliminados por la orina.

Es importante comprender que una dieta que excluya la carne, también puede resultar acidificante si se consumen en exceso: huevos, quesos, legumbres, oleaginosas, cereales refinados, café, té, chocolate y azúcar blanca.
Es necesario aportar una alimentación rica en alimentos alcalinos y/o disminuir el contenido proteico, posibilitando la eliminación de los desechos, depurando así el organismo.

CONSECUENCIAS DE UN EXCESO DE ACIDEZ*

1-ESTADO PSÍQUICO
Tristeza, hiper-emotividad, tendencia a la depresión, nerviosismo, irritabilidad.
2-CABEZA
Dolores de cabeza, conjuntivitis, palidez.
3-BOCA
Saliva ácida, encías inflamadas y sensibles, alta irritación de las amígdalas y faringitis que conduce infecciones repetitivas de las mucosas.
4-DIENTES
Caries y dientes agrietados o frágiles.
Sensibilidad de los dientes al contacto con alimentos fríos, calientes o ácidos.
5-ESTÓMAGO
Acidez estomacal, eructos ácidos, espasmos, dolores estomacales, gastritis y hasta úlceras.
6-INTESTINOS
Ardor en el recto, predisposición a las inflamaciones intestinales y decoloramiento de las haces por agotamiento.
7-RIÑONES-VESÍCULA
Orina ácida, irritación y ardor en la vejiga y uretra. Cálculos renales y de la vejiga .
8-VÍAS RESPIRATORIAS
Sensibilidad de las vías respiratorias al frío, frecuentes resfriados, bronquitis, sinusitis, anginas, hipertrofia de las amígdalas, tendencia a las alergias, tos y garganta áspera por irritación de ésta.
9-PIEL
Sudor ácido, piel seca e irritaciones.
Grietas entre los dedos y alrededor de las uñas, micosis, granos, eczemas diversos.
10-UÑAS
Las uñas se adelgazan, se parten y se quiebran con facilidad.
Estrías y manchas blancas.
11-MÚSCULOS
Calambres y espasmos, tendencia a la tetania, al lumbago y tortícolis.
12-SISTEMA ÓSEO Y ARTICULAR
Desmineralización de los huesos: osteoporosis, osteomalacia y raquitismo.
Fracturas y lentitud en su consolidación. Crujido de las articulaciones, bloqueo de las vértebras, reumatismo, artrosis, artritis, ciáticas y hernia discal.
Dolores articulares migratorios.
13-SISTEMA CIRCULATORIO
Hipotensión, mala circulación, extrema sensibilidad al frío. Tendencia a la anemia y a las hemorragias. Sabañones.
14-GLÁNDULAS ENDOCRINAS
Agotamiento e hipofuncionamiento de las glándulas en general, excepto la tiroides, que tiene tendencia acelerarse.
15-ÓRGANOS GENITALES
Inflamación de las vías genitales por los ácidos. Se favorecen de infecciones.
16-SISTEMA NERVIOSO
Sensibilidad desmesurada al dolor en general, insomnio.


TABLA DE ALIMENTOS*

A: No contienen necesariamente substancias ácidas, pero las producen en sus transformaciones digestivas. Entre estas se clasifican en:
*: Poco acidificantes, tendientes a la neutralidad.
**: Altamente acidificantes.
B: Producen en la digestión substancias alcalinas.

FRUTAS: Las frutas y los jugos de frutas naturales son por lo general alcalinizantes.
• Frutas ácidas:
A: Naranja*.
B: Arándanos, granada, grosella, limón, mandarina, nectarina, piña, pomelo.
• Frutas poco ácidas:
A: Albaricoque*, ciruela.
B: Cereza, frambuesa, fresa, mango, manzana, melocotón, mora, papaya, pera, tomate, uva.
• Frutas neutras:
A: -
B: Aceituna, aguacate, melón, sandía.
• Frutas desecadas:
A: Ciruela pasa, orejón*.
B: Higo seco, manzana seca, uva pasa.
• Frutos secos:
A: Avellana, cacahuete, nuez*, pistacho.
B: Almendra, castaña, leche de almendras, nuez del Brasil, sésamo.
• Frutas dulces:
A: -
B: Dátil, higo, Manzana, Plátano Uva.


VERDURAS: Los vegetales frescos son alcalinos, mientras que los secos acidificantes, pero hay excepciones.
• Legumbres:
A: Algarroba, alubia seca, guisante*, guisante seco, haba, judía verde*, judía blanca, lenteja
B: Soja.
• Hortalizas:
A: Alcachofa, col de Bruselas, puerro.
B: Ajo, apio, berenjena, berza, brécol, calabacín, calabaza, cebolla, cebolleta, chirivía, colinabo, endibia, escarola, espinaca, lechuga, nabo, patata, pepinillo, pepino, pimiento, rábano, remolacha, repollo, tupinambo (batata), zanahoria.
• Más verduras:
A: Acedera, espárrago, ruibarbo.
B: Achicoria, algas, berro, canónigo, cardo, champiñón, col, coliflor, diente de león, orégano, perejil, romero, salsifí, tomillo.

• Careales y derivados: Los cereales integrales y derivados son ligeramente acidificantes, tendientes al equilibrio.
A: Arroz integral, avena, centeno, fécula, germen de trigo, harina integral, harina refinada**, maíz, mijo*, pan blanco**, pan integral, pasta, patata elaborada, polenta, sémola**, trigo integral.
B: Cebada integral.


LÁCTEOS: Poco elaborada (poca grasa) tiende a la alcalinidad, a medida que va siendo más elaborada (más grasa), va tendiendo a la acidificación.
• Leches:
A: Leche descremada de vaca.
B: Leche humana, leche entera de vaca.
• Derivados:
A: Crema de leche, mantequilla*, queso de cabra, quesos curados y fermentados (queso emmental, gruyère)
B: Cuajada, leche condensada y en polvo no azucarada, queso blanco, requesón, yogur.


PROTEÍNA ANIMAL: Acidificante.
• Huevo: Tomar un huevo entero tiene una acción acidificante.
A: Clara.
B: Yema.
• Carne:
A: Ave, carnes rojas, charcutería, marisco, pescado.
B: -
OTROS ALIMENTOS:
A: Aceites y grasas refinadas y saturadas**, azúcar blanco**, azúcar moreno*, bebidas alcohólicas**, cacao, café**, chocolate**, condimentos, helados cremosos, algunos medicamentos (como aspirina®, morfina, AINES o jarabes en general), miel, pastelería** té**.
B: Agua mineral alcalina
*/www.farmaciaserra.com/Revista/Articulo_Pr.asp?
i=6s4df6a4115&Cl=3009&M=3#vol


Hierbas alcalinizantes: el diente de león, la bardana, la ortiga y el té verde.
Hierbas de efecto depurativo: mil hombres, el palo azul o la zarzaparrilla.
Minerales acidificantes o alcalinizantes: son acidificantes los alimentos que poseen un alto contenido de azufre, fósforo y cloro y son alcalinizantes aquellos que contienen buena dosis de: calcio, magnesio, sodio y potasio.
Preparación de las comidas y el equilibrio ácido-base: Se ha comprobado que un 40-60% de los elementos minerales y un 95% de las vitaminas y alcalinos se pierden en el agua de cocción de las verduras, esto hace que el alto contenido de sustancias alcalinas que poseen las verduras útil para el equilibrio sanguíneo, se pierde, e incluso en verduras como la acelga y las espinacas llegan a presentar naturaleza ácida cuando se tira el agua de cocción,
Las verduras cocidas al vapor y los caldos tienen un alto valor terapéutico y equilibrante por conservar todo el contenido alcalino de las verduras.

El Dr. Berg determinó que las verduras silvestres poseen mayor cantidad de sales alcalinas que las de cultivo. Esto ha sido confirmado por estudios franceses y alemanes, que demuestran una disminución de estos valores (y de otros nutrientes importantes), inversamente proporcional al uso de abonos químicos. También se ha probado experimentalmente que la fruta madurada artificialmente deja de comportarse como alcalinizante en el organismo.

ALCALINIZAR ALIMENTOS*

El Dr Samuel Sack hizo un aporte interesante al tema del equilibrio ácido-básico, desarrollando una técnica de remojo de alimentos ácidos en soluciones alcalinas como caldo de repollo blanco o agua bicarbonatada.
Caldo de repollo blanco (CR) Se hierve una hoja de repollo blanco o verde claro, nunca colorado, en un litro de agua (CR)
Agua Bicarbonatada (AB) diluir media cucharadita de bicarbonato de sodio en un litro de agua.
Nunca usar recipientes de aluminio.

El sistema del Dr Sack, se basa en las propiedades alcalinizantes y neutralizantes de ácidos comprobadas en el repollo blanco crudo y en el agua de su cocción. Al hervir, esta hortaliza libera álcalis que pasan al agua y el proceso de neutralización de los alimentos sumergidos en ella se realiza en forma directa.


El remojo de los alimentos en caldo de repollo:

• no altera la calidad ni el sabor,
• facilita la asimilación y transformación en el organismo,
• influye positivamente en el equilibrio ácido-básico.
• es muy útil para realizar la transición de una dieta "normal" a una dieta “alcalinizante”.

Infusiones: Utilizar en su confección CR en lugar de agua.
Leche: Hervir 15' con una hoja de repollo blanco.
Manteca: Remojar el pan de manteca troceado durante 72 horas en CR o AB, cambiando el líquido cada 24 hs.
Ricota: Remojar en CR o AB durante una hora.
Quesos duros: Remojar tajadas de 4 cm en CR o AB durante 6 horas.
Dulce de batata: Remojar tajadas de 4 cm en CR durante 3 horas.
Dulce de membrillo: Hervir 15' en CR.
Frutas desecadas y aceitunas: Remojar 6 horas en CR o AB.
Semillas: Remojar sin cáscara 6 horas en CR o AB.
Chocolate: Remojar de 1 a 6 horas según el espesor.
Legumbres secas: Remojar 6 horas en CR o AB, enjuagar y cocinar en agua natural.
Verduras: En caso de acelga o espinaca, cocinar en CR ó en agua con una hoja de repollo, ó remojar 3 horas en AB y cocinar en agua natural.
Papas o batata: Cocinar en CR ó agua con una hoja de repollo. Para freír, remojar una hora en CR o AB. Para el horno, remojar 3 horas en CR o AB.
Cereales y pastas: Cocinar en CR.
Huevos: Remojar con cáscara una hora en CR o AB.
Aceites refinados: Colocar una cucharadita de bicarbonato de sodio en la botella, agitar bien y dejar luego 24 horas en reposo. El bicarbonato neutraliza los vestigios de ácidos y solventes utilizados en la industrialización, formándose en el fondo de la botella un sedimento (la reacción del bicarbonato sobre los ácidos) que no debe ser utilizada

El Dr Sack sugería usar agua de repollo o incorporar una hojita de repollo en la preparación de salsas, cocción de pastas, huevos, legumbres y verduras (sobre todo acelga, espinaca y remolacha), así como en el remojo de legumbres, frutas secas y carnes. También recomendaba agregar apenas una hojita de repollo crudo a las ensaladas (en exceso produce gases), y desaconsejaba el consumo del repollo hervido.

*www.prama.com.ar/TPropios/Alcalinidad.htm

La dieta en equilibrio ácido-base

El Dr. Ragnar Berg, médico sueco, pionero en la investigación de la alimentación alcalinizante- sugería que un 85% de la dieta debe estar compuesta de elementos ricos en bases, de los cuales una proporción debe estar en estado crudo y sólo un 15% debería estar reservado a los alimentos acidificantes. Berg sostenía que la mejor terapia era la de jugos frescos de frutas y verduras.

• Comenzar a mejorar la calidad de la nutrición es comenzar a mejorar la calidad de vida. Ser conscientes de qué y cómo comemos.
• Prestar atención al equilibrio ácido-básico del organismo permite eliminar una gran cantidad de síntomas, muchos de los cuales a veces se los considera normales por hábito.
• Conocer los alimentos acidificantes y alcalinizantes, para comenzar a modificar la ingesta diaria. El cambio debe ser gradual, inicialmente dos partes de alcalinizantes por cada parte de acidificantes, hasta llegar al equilibrio 4 a 1, hasta lograr el hábito de consumir los alimentos en equilibrio ácido-alcalino.
• Adecuar la alimentación a la realidad orgánica, social, laboral y a la época del año .
• El exceso de alimento causa acidificación, es necesario nutrir el cuerpo con moderación para saciar las necesidades básicas.
• Consumir frutas (de estación y bien maduras) y verduras (crudas, cocinadas al vapor o consumidas en el agua de cocción). Preferentemente consumir frutas y verduras de cultivo natural y productos orgánicos.
• Incorporar cereales menos acidificantes (arroz integral yamaní, trigo sarraceno, maíz) o alcalinizantes (mijo o cebada) y legumbres ( porotos, lentejas, arvejas, garbanzos, soja, arveja) previamente remojadas con un trozo de alga kombu o una hoja de repollo blanco o laurel.
• Preferir las frutas secas: almendras, dátiles, pasas de uva y castañas.
• Endulzar con miel de arroz o de cebada, miel de abejas
• El jugo de limón es un producto empleado, para alcalinizar el organismo. Se puede añadir a un caldo vegetal de cebolla y apio, resultando una combinación desintoxicante y alcalinizante que se toma antes de comer y cenar.
• El ayuno bebiendo jugos de frutas (aporte exclusivo de bases o alcalinos), facilita el proceso de purificación de residuos ácidos y permite sentir sensación de alivio en el organismo.

La macrobiótica y el equilibrio Yin-Yang

La macrobiótica considera YANG al elemento alcalino y YIN al elemento ácido, para conservar la buena salud debe mantenerse el equilibrio yin-yang, ó ácido-base.
Algunos alimentos alcalinizantes en la dieta macrobiótica son: miso (pasta de soja fermentada), el sésamo, la raíz de bardana, las algas, el poroto aduki (protege la función renal), el té de banchá, la raíz de loto, y las ciruelas umeboshi .
Algunos alimentos ordenados según el criterio macrobiótico en cuento al valor decreciente del elemento Yang ( de más alcalino a menos alcalino) .

Cereales: trigo sarraceno, mijo, centeno, trigo integral, arroz yamaní, cebada, maíz.

Frutas: manzana, frutilla, castaña, cereza, aceituna, durazno, avellana, maní, almendra, pera, melón, dátil, higo, banana, cítricos, piña.


Verduras: diente de león, ortiga, zanahoria, coliflor, zapallo, perejil, cebolla, nabo, achicoria, lechuga, repollo, remolacha, lenteja, guisante, ajo, hongo, pepino, espinaca, espárrago, tomate, arveja

Productos lácteos: queso de cabra, edad, cheddar, leche, manteca, crema, yogurt.

Aceites: de sésamo, de maíz, girasol, oliva, soja.
Bebidas: té ginseng, ban-cha, zumo de frutas .


Fuentes consultadas:

Null, G y S.- El libro de la alimentación. Ed. Lidium
Tamura, I.- Macrobiótica. Ed. Kier

http://www.uam.es/departamentos/medicina
/anesnet/gtoae/acido-base/ab.ht

Alcalinidad Fisiológica Y Salud -Versus- Acidez y Toxemia

Es poco conocido el significado de alcalinidad, como concepto opuesto a acidez. Incluso éste término se interpreta en forma muy limitada, asociado sobre todo al clásico ardor estomacal o a los reflujos. Sin embargo, no es exagerado afirmar que la adecuada comprensión -y la posterior corrección- de la acidificación orgánica, serviría para resolver la mayor parte de los grandes problemas que afligen a la salud pública.

Estos conceptos han sido científicamente demostrados por grandes investigadores de nuestro siglo y utilizados desde tiempos remotos en la medicina oriental. Para comenzar, conviene explicar lo que significa acidez y alcalinidad. Estos dos términos responden a la forma de clasificar la reacción de cualquier elemento, sobre todo en medios líquidos.

El grado de acidez o alcalinidad se mide a través de una escala de pH (potencial de hidrógeno), que va de 0 (extremo ácido) a 14 (extremo alcalino), ubicándose en el centro (7) el valor neutro. O sea que entre 0 y 7 tenemos valores de acidez y de 7 a 14, de alcalinidad. Esto no quiere decir que lo ácido sea “malo” y lo alcalino “bueno”, dado que ambos se necesitan y se complementan en las reacciones químicas. Por ello se habla de equilibrio o balance.

ASÍ EN LA SANGRE COMO EN LA CÉLULA

Dado que la química corporal genera infinidad de reacciones y exigencias específicas, intentaremos comprender aquí como funciona el mecanismo base del equilibrio ácido-alcalino a nivel celular. Los trillones de células que componen nuestro organismo, necesitan alimentarse, eliminar residuos y renovarse constantemente.

A fin de satisfacer esta exigencia vital, la sangre cumple dos funciones vitales para el correcto funcionamiento celular: llevar nutrientes (sobre todo oxígeno) y retirar los residuos tóxicos que genera la transformación (metabolismo) de dichos nutrientes.

A nivel celular se produce una especie de combustión interna, que libera calor corporal. Los residuos que se originan en este proceso de combustión, son de naturaleza ácida y deben ser evacuados del organismo mediante la sangre, a través de las vías naturales de eliminación (hígado, riñones, pulmones, piel).

En este contexto vuelve a tomar importancia la cuestión enzimática, pues las enzimas son esenciales para “detonar” dicha combustión y además de la temperatura, también sonsensibles a la variación del pH. Por ejemplo, hemos visto que las amilasas digestivas pueden actuar sobre los almidones en un medio alcalino (saliva) y son inhibidas por un medio ácido (secreciones estomacales).

Para permitir una eficaz combustión celular, y por otra gran cantidad de razones fisiológicas, el plasma sanguíneo debe mantener a ultranza un ligero nivel de alcalinidad. El pH de la sangre puede oscilar en un estrecho margen: entre 7,35 y 7,45.



Al transgredir estos límites, la sangre pierde capacidad de almacenar oxígeno en los glóbulos rojos y también pierde eficiencia en la tarea de eliminación de los residuos celulares. En pocas palabras, la sangre no nutre y no limpia las células, génesis profunda de cualquier enfermedad. Para dar una idea del estrecho margen de maniobra del pH sanguíneo, digamos que al descender de 7 se produce el coma diabético y la muerte.

COMPENSAR O MORIR

Cuando se incrementa el nivel de acidez sanguínea, varios mecanismos (tampones) buscan restablecer este vital equilibrio. En todos los casos se requiere la suficiente presencia de bases (álcalis) que neutralicen los ácidos. O sea que un eficiente metabolismo celular exige un constante flujo de sustancias alcalinas, con el fin de poder neutralizar los ácidos provenientes del alimento y del metabolismo celular.

En primera instancia, y como mecanismo más simple, la sangre debe obtener suficientes bases de los alimentos. En caso de carencia (tanto por exceso de ácidos circulantes como por deficiencia nutricional de bases), la sangre echa mano a dos mecanismos de emergencia para preservar su equilibrio. Uno consiste en derivar ácidos, depositándolos en los tejidos a la espera de un mayor aporte alcalino. Esto genera (reuma, problemas circulatorios, afecciones de piel, etc).

El otro mecanismo es recurrir a su reserva alcalina: las bases minerales (calcio, magnesio, potasio) depositadas en huesos, dientes, articulaciones, uñas y cabellos. De este modo, la sangre se convierte en un "saqueador" de la estructura orgánica, con el único objetivo de restablecer el vital equilibrio ácido-básico que permite sostener el correcto funcionamiento orgánico.

Esta lógica funcional es la homeostasis orgánica, que significa “mantener la vida generando el menor daño posible”. Para el organismo, una menor densidad ósea no significa peligro para la vida, pero sí un pH ácido en la sangre. Así funciona el mecanismo de la descalcificación y la desmineralización.

Los huesos ceden calcio en forma de sales alcalinas, se hacen frágiles y hay osteoporosis; las piezas dentales se fisuran con facilidad y surgen caries; las uñas muestran manchas blancas y se tornan quebradizas; las articulaciones degeneran y hay artrosis; el cabello se debilita y se cae; se advierten lesiones en las mucosas, piel seca, anemia, debilidad, problemas digestivos, afecciones de vías respiratorias, infecciones, sensación de frío, etc.

Normalmente no se asocian estos síntomas con la acidez. Un ejemplo es la osteoporosis, clásica enfermedad de acidificación. Sin embargo se la combate inadecuadamente con alimentos (lácteos) que, por su aporte ácido, agravan el problema. El sentido común nos indica que frente a osteoporosis y anemia, lo correcto es atacar la causa profunda del problema: alcalinizar el organismo para neutralizar su acidez.

De lo visto, podemos concluir que para permitir el normal trabajo de la sangre y las células, debemos ser cuidadosos en el aporte que realizamos a nuestro cuerpo a través de los alimentos que ingerimos. Por un lado tratando de evitar alimentos (y situaciones) acidificantes, y por otro incrementando la provisión de bases a través de una mayor ingesta de alimentos alcalinizantes. Todo esto complementado por un buen aporte de oxígeno, a través del necesario movimiento, y un correcto funcionamiento de los órganos depurativos encargados de eliminar los ácidos.

VISIONES PIONERAS

Según los estudios de Ragnar Berg -médico sueco fallecido en 1956, pionero en la investigación de la alimentación alcalinizante- un 85% de nuestra dieta debe estar compuesta de elementos ricos en bases (de los cuales una parte debe estar en estado crudo) y sólo un 15% debería estar reservado a los alimentos acidificantes. Si bien Berg combatía los procesos de acidificación con preparados de sales alcalinas y citratos, sostenía que la mejor terapia era la de jugos frescos de frutas y verduras.

Este hecho resulta fácilmente comprobable cuando realizamos un día de ayuno bebiendo solamente jugos de frutas. Al día siguiente sentimos una sensación de alivio general en todo el organismo, ya que estamos permitiendo el proceso de purificación de los residuos ácidos, gracias al aporte exclusivo de bases y vitalizantes enzimas.

El Dr. Berg determinó que las verduras silvestres poseen mayor cantidad de sales alcalinas que las de cultivo. Esto ha sido confirmado por estudios franceses y alemanes, que demuestran una disminución de estos valores (y de otros nutrientes importantes), inversamente proporcional al aumento del uso de abonos químicos. Ello se debe a la disminución de minerales alcalinos y a la presencia de residuos ácidos.

También se ha probado experimentalmente que la fruta madurada artificialmente (en cámara) deja de comportarse como alcalinizante en el organismo. Son comprobaciones científicas de la involución cualitativa de la producción industrializada de nuestros alimentos.

William Howard Hay, creador de la dieta que se popularizó en los años 30, sugería una proporción en volumen del 20% en alimentos acidificantes y 80% en alcalinizantes.Arnold Ehret, propulsor de la dieta cruda, sugería eliminar todos los alimentos acidificantes. Paavo Airola, naturópata europeo, sostenía que necesitamos ambos tipos de alimentos, en sintonía con el concepto de balance yin-yang de los orientales.

En nuestro ámbito, el médico rosarino Samuel Sack hizo un aporte interesante al tema del equilibrio ácido-básico, desarrollando una técnica de remojo de alimentos ácidos en soluciones alcalinas (caldo de repollo blanco o agua bicarbonatada). Su sistema se basa en las propiedades alcalinizantes y neutralizantes de ácidos del repollo blanco. Estas virtudes se encuentran mayormente en el repollo crudo y en el agua de su cocción.

El remojo de los alimentos en caldo de repollo no altera su calidad ni su sabor, sino por el contrario, facilita su asimilación y transformación en el organismo, influyendo positivamente en el equilibrio ácido-básico. Al hervir, el repollo libera álcalis que pasan al agua y el proceso de neutralización de los alimentos sumergidos en ella se realiza en forma directa. El Dr. Sack recomendaba agregar siempre una hoja de repollo crudo a las ensaladas (en exceso puede producir gases), desaconsejando en cambio el consumo del repollo hervido.

Si bien este sistema puede resultar útil para personas que realizan una transición a una dieta alcalinizante, conviene circunscribirlo al período de conversión de hábitos. Estamos viendo que muchas reacciones metabólicas requieren condiciones de normalidad fisiológica, que estas intervenciones pueden alterar, impidiendo el correcto funcionamiento de procesos enzimáticos y vitamínicos.

Por ello es siempre más recomendable evitar los alimentos problemáticos (cárnicos, lácteos, refinados), antes que intentar “emparchar”. Hemos visto que las proteínas necesitan un medio ácido para la correcta acción enzimática de las proteasas que las degradan en aminoácidos. Por esto, alcalinizar carnes y lácteos puede convertirse en arma de “doble filo”, dificultando su asimilación o exigiendo esfuerzos extras al organismo, a nivel de secreciones gástricas y enzimáticas. De allí, que resulte preferible eliminar estos alimentos, antes que “corregirlos a ojo”.

ALCALINIZANTES Y ACIDIFICANTES

Veamos que se entiende por alimentos acidificantes y alcalinizantes. Nuestros nutrientes (como todos los elementos de la Naturaleza) tienen distintos grados de acidez o alcalinidad. El agua destilada es neutra y tiene un pH 7. Básicamente todas las frutas y verduras resultan alcalinizantes. Si bien la fruta tiene un pH bajo (o sea que resulta ácida), debemos evitar una generalizada confusión: no es lo mismo la reacción química de un alimento fuera que dentro del organismo.

Cuando el alimento se metaboliza, puede generar una reacción totalmente distinta a su característica original. Es el caso del limón o de la miel. Ambos tienen pH ácido, pero una vez dentro del organismo provocan una reacción alcalina. Distinto es el caso de las células animales. Tanto la desintegración de nuestras propias células como la metabolización de productos de origen animal, dejan siempre un residuo tóxico y ácido que debe ser neutralizado por la sangre.

Así vemos la diferencia básica entre un alimento de reacción ácida (que obliga a robar bases del organismo para ser neutralizado) y un alimento de reacción alcalina (que aporta bases para neutralizar excesos de acidez provocados por otros alimentos o por los propios desechos orgánicos del cuerpo).

A fin de servir como referencia didáctica, veamos la tabla que expresa en grados de acidez o alcalinidad, la reacción metabólica de ciertos alimentos en el organismo humano. Esta información es muy interesante a título orientativo, pues nos permite comprender cómo funcionan ciertos alimentos en nuestro cuerpo.



ALIMENTOS DE REACCIÓN METABÓLICA ALCALINA ALIMENTOS DE REACCIÓN METABÓLICA ÁCIDA

Pasa de uva 23,7 Panceta de cerdo 28,6
Porotos blancos 18,0 Pollo hervido 20,7
Almendras 12,0 Pavo asado 19,5
Dátiles 11,0 Carne de novillo 13,5
Remolacha 10,9 Maní 11,6
Zanahoria 10,8 Clara de huevo 11,1
Apio 8,4 Salmón fresco 11,0
Melón 7,5 Caballa fresca 9,3
Damasco 6,8 Crackers integrales 8,5
Naranja 6,1 Nueces 8,4
Repollo 6,0 Pan de harina integral 7,3
Tomate 5,6 Queso de vaca 5,5
Limón 5,5 Ricota 4,5
Manzana 3,7 Manteca de maní 4,4
Zapallo 2,8 Pan de harina blanca 2,7
Nabo 2,7 Arroz hervido 2,6
Uva 2,7 Fideo blanco hervido 2,1

Valores que indican grado de alcalinidad y acidez. Tabla elaborada por Bridges y modificada por Cooper, Barber y Mitchell


También los minerales juegan un rol importante en el comportamiento acidificante o alcalinizante de los alimentos y ello nos permite hacer una elección más consciente. Por lo general resultan acidificantes aquellos alimentos que poseen un alto contenido de azufre, fósforo y cloro. En cambio son alcalinizantes aquellos que contienen buena dosis de calcio, magnesio, sodio y potasio.

En general los cereales generan desechos ácidos al ser metabolizados: ácido sulfúrico, fosfórico y clorhídrico. Esto resulta más marcado en el trigo y el maíz (los indígenas americanos remojaban el maíz en agua de cal). El mayor contenido en minerales alcalinos hace que otros cereales resulten más alcalinizantes: mijo, cebada, quínoa, trigo sarraceno. El arroz integral es considerado como neutro en la dietética oriental.

Por su parte las legumbres y las semillas son ligeramente acidificantes por su contenido proteico, aunque no todos por igual, con excepciones como las almendras y los porotos blancos, aduki y negros. Loslácteos son elementos acidificantes, aunque la leche fresca sin pasteurizar sea ligeramente alcalina. La pasteurización acidifica la leche y por tanto a todos sus derivados.

Mientras la dietología clásica y la ciencia de la alimentación no dan importancia o ignoran totalmente esta distinción, en una Nutrición Depurativa es muy importante conocer la reacción de los alimentos. Además es importante manejar otros aspectos que tienen que ver con la preparación misma de las comidas.

Por ejemplo: se ha demostrado que un 40-60% de los elementos minerales y un 95% de las vitaminas y bases se pierden en el agua de cocción de las verduras. Resulta entonces que el alto contenido básico que poseen las verduras -y que resulta tan útil para el equilibrio sanguíneo- se desvaloriza. Incluso las verduras llegan a presentar naturaleza ácida cuando se tira el agua de cocción.

De allí la importancia del sistema oriental de cocer las verduras al vapor en cestas de acero o bambú, o sea sin que estén en contacto directo con el agua. También comprendemos el alto valor terapéutico de los caldos, que conservan todo el contenido alcalino de las verduras y que resultan tan reparadores en enfermos y convalecientes.

Lamentablemente la acidosis (disminución de la reserva alcalina en la sangre) se está convirtiendo en una enfermedad social que provoca grandes problemas y que generalmente no se diagnostica. Sin embargo nadie se preocupa por advertir sobre el problema. Por el contrario, el bombardeo publicitario incita al consumo masivo de productos industriales, que resultan altamente acidificantes.

Dejemos de lado (por lo obvio) carnes y hamburguesas, que muchas personas logran disminuir o evitar. Gaseosas basadas en azúcares refinados y compuestos acidulantes; bebidas alcohólicas, alimentos elaborados con cereales, grasas y azúcares refinados; lácteos industrializados y especialmente quesos; aditivos alimentarios, conservantes… forman un coctel explosivo que se ingiere los 365 días del año,varias veces por día y en grandes cantidades.

ÁCIDOS BUENOS Y MALOS

Claro que no todos los ácidos son malos. En nuestros alimentos hay ácidos beneficiosos y otros perjudiciales. Entre los beneficiosos podemos citar a los frutales. El caso de los ácidos: cítrico, málico, tartárico, fumárico, etc. Estos ácidos orgánicos débiles, una vez metabolizados en el organismo se combinan con minerales (sodio, calcio, potasio) y dan lugar a sales minerales, carbonatos y citratos (elementos que tienen la capacidad de fluidificar y alcalinizar la sangre) o bien se oxidan en la sangre y son eliminados del organismo como anhídrido carbónico, activando la ventilación pulmonar.

He aquí la explicación del benéfico efecto del limón, cuyo jugo ácido es utilizado para la hiperacidez de estómago. Otro ácido interesante es el láctico (fermentos), de benéfico efecto sobre el equilibrio de la flora intestinal.

Definitivamente nefastas para el organismo resultan las ácidas bebidas gaseosas, hoy omnipresentes en la cotidianeidad alimentaria. Los azúcares de por sí generan ácidos en su proceso metabólico (ácido acético). A ello se agregan los aditivos acidulantes (ácido fosfórico pH 2,8) y el ácido carbónico, generándose un coctel dañino, que se potencia con los grandes volúmenes de consumo diario.

Párrafo aparte para los ácidos presentes en carnes, embutidos y lácteos (úrico, butírico, nítrico, sulfúrico). Como decíamos al principio, toda desintegración de células animales -de nuestro propio cuerpo o de alimentos animales- deja un residuo tóxico y ácido. Estos residuos, además de consumir bases para poder ser neutralizados en la sangre, deben ser luego eliminados del organismo.

En la juventud, el buen funcionamiento de los órganos de eliminación (principalmente riñones y piel), hacen que los ácidos sean eliminados satisfactoriamente. Pero con el correr de los años, al acentuarse los efectos nocivos de la acidificación en el organismo, estos órganos pierden eficiencia. Al no poder ser eliminados del organismo, el ácido úrico y otros residuos metabólicos de naturaleza ácida, son retenidos fundamentalmente por el tejido conjuntivo, así como por los huesos y cartílagos del cuerpo, con el objetivo de retirarlos del flujo sanguíneo y poderlos eliminar más adelante.

Esto sirve de origen a dolencias tales como: artritis, artrosis, reumatismo, fibromialgia, enfermedades del corazón, de los nervios, ciática, alergias, eccemas, herpes, urticaria, asma, nefritis, hepatitis, cálculos, arteriosclerosis y un estado de enfermedad latente pronto a manifestarse.

Las consecuencias que tiene para la salud una acumulación persistente de residuos o escorias (que el organismo debería eliminar y no puede), son funestas. Según la naturaleza de cada persona, comenzarán a presentarse a corto plazo los primeros síntomas del padecimiento de una u otra enfermedad (signos de alarma), que variarán según cuales sean los tejidos u órganos afectados.

Una alimentación pobre en bases entorpece el normal proceso de combustión en los tejidos celulares, dando lugar a la formación de estos residuos de naturaleza ácida, muchos de los cuales no pueden ser eliminados por la orina. Aportando una alimentación rica en bases y/o disminuyendo el contenido proteico, posibilitamos una eliminación masiva de estos desechos, depurando así el organismo.

Todo esto nos permite comprender que aún una dieta que excluya la carne (vegetariana) puede no ser ideal y puede resultar acidificante si se consumen en exceso: huevos, quesos, legumbres, oleaginosas, cereales refinados, café, té, chocolate, gaseosas y azúcar blanca. En una clásica expresión que oímos de mucha gente, se puede advertir este involuntario pero grave error de concepto."Pero si como sano; no como carne; como acelga hervida, un poco de queso, fideos, tomo té negro con galletitas y mermelada..." ¡¡¡O sea, todos alimentos acidificantes!!!

Para finalizar, debemos considerar otros perjudiciales ácidos no alimentarios, presentes en nuestra jornada cotidiana y que colaboran con la acidificación corporal. Nos referimos al ácido nicotínico del tabaco, el ácido acetilsalicílico de los analgésicos, el ácido clorhídrico que genera el estrés y los ácidos provenientes del smog y la contaminación ambiental. También debemos tener en cuenta los ácidos generados en la incorrecta función intestinal, a raíz de los procesos de putrefacción y fermentación.

ACIDEZ, ENZIMAS Y VITAMINAS

Ya hemos visto la importancia de la actividad enzimática. Además de la temperatura, el pH es otro de los enemigos de la correcta función de las enzimas. Como se explica en el apartado “El proceso digestivo”, las enzimas que actúan sobre hidratos de carbono y lípidos, requieren un ambiente alcalino para funcionar correctamente. Por ello su acción se interrumpe en presencia de las ácidas secreciones estomacales, que en cambio permiten el trabajo de las proteasas sobre las estructuras proteicas.

En este sentido, resulta clave la adecuada secreción biliar para restablecer la alcalinidad del bolo alimentario en el intestino delgado, donde amilasas y lipasas deben completar su tarea digestiva sobre carbohidratos y grasas.

Al igual que las enzimas, las vitaminas son también sensibles a las variaciones de pH, o sea a los distintos grados de acidez o alcalinidad presentes en el medio donde deben actuar. Esto se ilustra en el cuadro del apartado “Pérdida de nutrientes”, donde se aprecia la sensibilidad de vitaminas claves como la A, la B1, la C, la D y la E.

Todo esto nos lleva a una mayor valoración de la importancia que tiene el correcto equilibrio fisiológico del pH en nuestros fluidos corporales, sobre todo sangre, linfa y líquido intracelular. Es allí donde se generan las condiciones para que enzimas y vitaminas puedan cumplir su cometido específico. Muchas veces las carencias se intentan resolver con el aporte de suplementos, que más allá de la dudosa eficacia de la síntesis química, no podrán actuar en un medio incorrecto desde el punto de vista del pH.

DIETA ALCALINA

Ante todo debemos hacer del comer, un acto plenamente consciente. El estrés, las obligaciones y las tensiones, han provocado la transformación de nuestra nutrición en algo mecánico o apenas placentero. Nuestros problemas de salud -que todos arrastramos, como consecuencia de años de errores- nos deben servir como incentivo para comenzar a modificar nuestros hábitos, prestando atención a qué y cómo comemos.

Tampoco es cuestión de caer en el extremo de andar contabilizando y estudiando cada cosa que llevamos a la boca. Pero sí comenzar a concientizarnos para mejorar la calidad de nuestra nutrición y en definitiva la calidad de vida. Atender al equilibrio ácido-básico de nuestro organismo nos permitirá eliminar una gran cantidad de síntomas, muchos de los cuales ya los consideramos normales, de tanto convivir con ellos.

El éxito del cambio de actitud se basa en el gradualismo. Teniendo noción sobre que alimentos son acidificantes y cuales alcalinizantes, es bueno comenzar a modificar la ecuación de nuestra ingesta diaria. Proponerse inicialmente un 2 a 1 (dos partes de alcalinizantes por cada parte de acidificantes) para luego llegar a un óptimo 4 a 1.

No debemos tener miedo a exagerar con los alimentos alcalinizantes. Ya vimos que el problema está dado por el exceso de ácidos. De haber exceso de bases -cosa muy poco probable en organismos recargados de desechos- hay siempre en la sangre grandes cantidades de anhídrido carbónico para neutralizarlas.

También es importante que cada persona adecue la alimentación a su realidad corporal, social y laboral. Las personas nerviosas, delgadas, friolentas, alérgicas, con dolores articulares, neuralgias, con tendencias a caries, cálculos u osteoporosis; obviamente tendrán mayor urgencia y necesidad de alcalinización. Así como no todos somos iguales, tampoco todas las épocas del año exigen los mismos nutrientes.

Lo importante es basarnos en el abundante consumo de frutas (de estación y bien maduras) y verduras (preferentemente crudas, cocinadas al vapor o consumidas con su agua de cocción en forma de sopas). Hacer mucho uso de repollo blanco (crudo), zanahoria, apio, papa, batata, nabos, hojas de ensalada, berenjenas, pepino y tomate. Las algas, por ser verduras marinas, corresponden a este grupo y son muy alcalinizantes debido a su riqueza en minerales básicos (magnesio, calcio, sodio, potasio). Entre las frutas, usar: limón, caqui, cereza, manzana, melón, sandía, naranja, mandarina, pomelo, damasco, ananá, banana, durazno, pera, arándano y uva.

Demás está decir la importante que es consumir frutas y verduras de cultivo natural, o bien silvestres, dada la mayor acidez que generan los cultivos industriales. Esto puede parecer difícil en las grandes ciudades, pero es bueno insistir en la búsqueda de productores orgánicos que están apareciendo en los cinturones verdes de las urbes.

Usar los cereales menos acidificantes (arroz, trigo sarraceno) o alcalinizantes (quínoa, mijo o cebada). Entre las frutas secas preferir almendras, sésamo, dátiles, pasas de uva y castañas. Dentro del grupo de legumbres, los porotos blancos, negros y aduki resultan ser los más alcalinizantes.

Como endulzante preferir la miel de abejas o el azúcar mascabo integral. Usar fermentos alcalinizantes, como el miso, la salsa de soja, el chucrut, los pickles en salmuera, el agua enzimática (rejuvelac), las umeboshi y los germinados en general, incluidas las semillas activadas.

A nivel hierbas, se destacan como alcalinizantes: el diente de león (por suerte es una "plaga" a lo largo y ancho del país), la bardana, la ortiga, la congorosa, el incayuyo y el té verde. También hay hierbas de marcado efecto depurativo como el mil hombres, el palo azul, la espina colorada, la ulmaria o la zarzaparrilla.

Todo esto no quiere decir que debamos dejar totalmente de lado los alimentos "acusados" como acidificantes; simplemente debemos ingerirlos balanceados por los alcalinizantes. Por cierto que el exceso de alimento es causa de acidificación corpórea; una razón más para buscar la frugalidad en base a alimentos “íntegros”, que con escaso volumen satisfacen las necesidades básicas. Algo difícil de lograr cuando nos alimentamos con calorías “vacías” de contenido nutricional, o cuando el alimento se convierte en una descarga emocional o, peor aún, en una adicción.

Extraído del libro "Nutrición Depurativa"

La importancia del crudo (frutas, hortalizas, semillas)


OXIGENO Y ALIMENTOS:


Muchos podrán pensar que la naturaleza todo lo prevé y por tanto basta con respirar bien (cosa que veremos a continuación). Es más, hay personas que pueden vivir solo en función a la respiración, captando del aire inhalado todo aquello necesario para la vida y sin necesitar alimentos físicos (practicantes del pranayama, respiratorianos, pránicos, meditadores, etc).

Pero lo que la naturaleza no puede prever es la modificación antifisiológica de nuestros hábitos alimentarios.


En este sentido, nuestros alimentos fisiológicos (frutas, hortalizas) garantizan el adecuado aporte de agua y oxígeno, y su correcto metabolismo nutricio. Pero hace unos 10.000 años (apenas instantes en un proceso evolutivo de cinco millones de años), al dominar la agricultura, el ser humano recurrió a los granos amiláceos como sustento nutricio.

La producción y el fácil almacenamiento, convirtió a cereales y legumbres en reaseguro de supervivencia frente a las frecuentes carencias alimentarias y permitió sostener la vida aún en lugares climáticamente adversos para el ser humano.


El desarrollo de la agricultura y la ganadería, marcó un hito en la evolución humana; pero lejos retornar a la esencia fisiológica en lo alimentario (somos frugívoros), nuestros antepasados incorporaron estos recursos de supervivencia al acerbo cultural, por diversas razones que exceden al tratamiento del tema.

Y esto, si bien permitió el desarrollo de muchas civilizaciones, también se convirtió en fuente de problemas, dado que no poseemos habilidades fisiológicas para consumir importantes cantidades de granos amiláceos, cosa que sí poseen animales evolucionados en función a ellos (granívoros).


Si bien el tema se desarrolla aparte, la oxidación de altos niveles de azúcares aportados por los granos, genera gran demanda de oxígeno, cuya satisfacción es problemática para los humanos, dado nuestra limitada bomba circulatoria (el corazón de los granívoros representa el 10% de su peso total, algo así como 7kg en un humano) y nuestra reducida incorporación de oxígeno (no volamos ni tenemos sacos alveolares, como los granívoros).


Cuando ingieren granos amiláceos, los granívoros ponen en marcha mecanismos fisiológicos adecuados al torrente de azúcares que circulará en sangre. En primer lugar las aves hacen un gran consumo de energía en actividades exigentes como el vuelo.

Por otra parte, disponen de una estructura cardiopulmonar de alta eficiencia, que les permite resolver dos cuestiones básicas: mantener semejante cantidad de azúcar en movimiento u atender la elevada demanda gaseosa del metabolismo de los hidratos de carbono.


El ser humano es sedentario y no realiza (menos hoy día) esfuerzos que por intensidad y duración demanden tanta energía como el vuelo de las aves. Esto trae aparejada la necesidad de disipar el exceso de azúcar circulante, por lo cual se advierte abundante calor en el cuerpo tras su consumo.

Esto acarrea hiperactividad del páncreas, que debe poner en marcha, con el auxilio del hígado, un mecanismo para convertir rápidamente el azúcar simple en glucógeno de reserva. Este proceso debe invertirse nuevamente en caso de necesidad, volviendo a convertirse el azúcar de reserva (glucógeno) en azúcar simple (glucosa).


El carbono y el hidrógeno que componen las cadenas de los azúcares, terminan convirtiéndose (por oxidación) en dióxido de carbono (CO2) y agua (H2O). La cantidad de oxígeno necesaria para llevar adelante el metabolismo gaseoso, exige al sistema respiratorio de manera continua. Por esa razón los pájaros están dotados de los sacos aéreos, especies de estructuras suplementarias de los pulmones, que les permiten almacenar e insuflar el suplemento de oxígeno necesario para la oxidación del abundante volumen de carbono e hidrógeno circulante en sangre.


El aparato cardiopulmonar humano es sometido a dura exigencia tras una comida de granos.
En el caso de personas sedentarias, esto generará una demanda energética y una toxemia adicional, que a largo plazo termina desvitalizando al individuo.

La fatiga y el desgaste cardiopulmonar son moneda corriente en los grandes consumidores de cereales. Esto resulta fácil de comprobar, a través de la amplificación del pulso cardíaco durante la digestión y el incremento de las pulsaciones, como si se hiciese un ejercicio físico importante.


En síntesis: para combatir el estado de anaerobia, debemos nutrirnos con alimentos fisiológicos (frutas, hortalizas, semillas), evitando la cocción.
Como vimos, el proceso de cocimiento reduce el natural contenido de oxígeno de los alimentos crudos.


Por su parte, la necesidad de conservación de la escala industrial, estimula el uso de procesamientos que incrementan la deficiencia de oxígeno en los alimentos. La dieta promedio tiende a ser muy deficiente en su aporte oxigenante. Otro detalle no menor es el moderno consumo cotidiano de antibióticos (fármacos, alimentos, aguas de consumo) que hace estragos en las bacterias aeróbicas (productoras de oxígeno) de la flora intestinal.


Por todo esto, el cambio de hábitos alimentarios se hace imprescindible, a fin de mejorar el aporte oxigenante a través de alimentos vitalizantes. Pero a veces puede no ser suficiente para revertir una carencia crónica. Por tanto también debemos conocer y utilizar otros recursos oxigenantes, como la respiración profunda y el agua oxigenada.


Extraído del libro “El Paquete Depurativo”