domingo, 22 de enero de 2012

El escaner cerebral puede anticipar los comportamientos humanos

La capacidad de acierto en los juegos de azar está relacionada con la activación de determinadas regiones cerebrales

Una adecuada observación del cerebro permite anticipar los comportamientos humanos, según han podido determinar mediante un experimento investigadores norteamericanos. El experimento consistía en determinar la capacidad de acierto de unos voluntarios en un juego de azar. Mediante un escaner de resonancia magnética que observaba las reacciones cerebrales durante el juego, los investigadores descubrieron que la mayoría de las veces podían saber con anticipación qué jugadores acertarían y cuáles fallarían. Este estudio ha demostrado que la capacidad de acierto en los juegos de azar está relacionada con la activación de determinadas regiones cerebrales y que la percepción visual no depende sólo de la calidad de las señales sensoriales, sino también de la variedad de nuestras señales internas. Por Eduardo Martínez.


Un equipo de neurocientíficos de la Washington School of Medicine en San Louis ha descubierto que se puede predecir si un individuo acertará o fallará en un juego de azar sólo observando su cerebro a través de un escaner.

Antes incluso de que se presente el juego a los participantes, se puede predecir con un grado de acierto del 70% si van a dar una respuesta correcta o no por medio de la medición de la actividad cerebral.

Los resultados de este estudio, dirigido por Ayelet Sapir, una joven investigadora del departamento de neurología de dicha universidad, han sido publicados por la revista Proceedings of the National Academy of the Sciences. Además, la Universidad de Washington ha emitido un ilustrativo comunicado sobre el descubrimiento.

La investigación consistía en estudiar el cerebro de un grupo de voluntarios preparados para participar en un juego visual breve. Antes de que se les presentara la tarea, se podía deducir de la actividad cerebral si los jugadores acertarían o no en el juego, según constataron los investigadores.

Juego de pantalla

El juego consisitía en lo siguiente: los voluntarios observaban una pantalla en la que aparecía esporádicamente un grupo de puntos en movimiento y debían averiguar por qué lugar de la pantalla aparecerían los puntos cada vez.

Once segundos antes de que estos puntos aparecieran en una parte de la pantalla, los investigadores dejaban ver una señal indicadora a los participantes: un cursor señalaba (con un 80% de fiabilidad) hacia el lugar donde los puntos iban a aparecer. La señal estaba en realidad determinada por el ordenador y su fiabilidad era totalmente aleatoria, no controlada por los investigadores.

Los puntos, una vez que aparecían, eran visibles sólo durante la quinta parte de un segundo, por lo que resultaban difíciles de ver si los sujetos no prestaban mucha atención al área correcta de la pantalla.

Después de la señal y antes de que aparecieran los puntos en movimiento, los investigadores escanearon con imagenología cerebral funcional a los participantes. La así llamada "imagenología cerebral funcional" elabora imágenes funcionales en PET (Tomografía por Emisión de Positrones) y el NEUROSPET (Tomografía por Emisión de Fotón Único), y permite observar de forma no invasiva el estado de la función cerebral.

El PET evalúa el metabolismo de la glucosa y el NEUROSPET el estado del flujo sanguíneo cerebral. Ambos sistemas se aplican en la investigación de los trastornos psiquiátricos, que gracias a la imagenología cerebral funcional pueden ser observados mediante imágenes cerebrales.

La observación de los participantes en el experimento mediante esta tecnología reveló un aumento del flujo de sangre en diferentes áreas del cerebro o, lo que es lo mismo, un incremento de actividad en dichas regiones durante el desarrollo del juego.

Basándose en los patrones de actividad cerebral asociados al experimento, los investigadores dedujeron qué voluntarios se fijaban en la señal y quiénes no lo hacían. A partir de esta información, fueron capaces de predecir con un alto porcentaje de aciertos quienes de los participantes acertarían la dirección por la que saldrían los puntos.

Comportamiento variable

Sapir y sus colegas concluyeron del experimento que los voluntarios no siempre utilizaban la señal de la misma manera. Quizá este hecho se deba a que parte de la actividad cerebral detectada fuera producida por la lucha –cerebral- de los participantes contra una ambigüedad: sabían que la señal era cierta y permitía encontrar los puntos sólo en el 80% de los casos. Al parecer, lo que intenta hacer el cerebro en esas circunstancias es deducir una fórmula o una regla que le permita predecir si la señal es válida o fiable.

Los investigadores han podido anticipar el comportamiento de los voluntarios basando su observación en un punto de actividad cerebral hallado en el lóbulo frontal, en el así llamado "sistema de recompensa”. Es un sistema de recompensa natural que provee al organismo de una recompensa acompañada por sensaciones de placer que nos llevan a repetir la actividad. Se activa cuando realizamos actividades que nos permiten mantenernos vivos, como comer.

Este sistema, que está relacionado con la regulación de los comportamientos basados en experiencias previas, con sus consecuentes premios y castigos, ha ayudado a los investigadores a predecir mejor el nivel de acierto de los participantes. Cuando se producen lesiones en esta parte del cerebro, las personas sienten el mundo como extraño e impredecible.

Otras regiones implicadas en la observación fueron la corteza visual, que analizaba el movimiento de los puntos, así como las regiones cerebrales relacionadas con la atención visual. La corteza visual corresponde al lugar del cerebro en el cual desembocan las fibras provenientes del núcleo geniculado lateral y otras áreas que ayudan en el reconocimiento de la información.

Este estudio ha demostrado que la capacidad de acierto en los juegos de azar está relacionada con la activación de determinadas regiones cerebrales, así como que la percepción visual no depende sólo de la calidad de las señales sensoriales, sino también de la variedad de nuestras señales internas.



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