De todos los sistemas del cuerpo el sistema endocrino es el más complejo y quizás el menos comprendido por la ciencia convencional. Minuciosamente unido al cerebro y al sistema nervioso, esta fascinante red está compuesta de las glándulas endocrinas, las hormonas que secretan, y mensajeros bioquímicos relacionados que regulan cada función en el cuerpo. Hasta hace poco los científicos creían que existían aproximadamente 40 hormonas circulando por el cuerpo – hoy se conocen más de 100. Uno no puede más que preguntarse cuantas más de estas sustancias misteriosas serán descubiertas en el futuro al ir comprendiendo todos los aspectos de este intrigante sistema.
La palabra hormona fue derivada de la palabra griega para “excitar”, uniendo así nuestras hormonas a nuestras emociones. Esto se entiende mejor cuando comprendemos que la glándula pituitaria, conocida como nuestra glándula maestra, se encuentra en la región del hipotálamo del cerebro medio. El hipotálamo forma parte del sistema límbico, conocido como el ancestral cerebro “reptiliano”, que gobierna nuestras emociones y procesos instintivos como el hambre, la sed y la sexualidad. Es aquí donde se procesan nuestros sentimientos y las señales hormonales enviadas desde la glándula pituitaria a las demás glándulas para la adecuada respuesta física y de comportamiento.
Cada hormona es como una llave altamente especializada, diseñada para transmitir su mensaje solo a ciertas células receptoras claves que son capaces de reconocer esa hormona en particular. Las hormonas actúan encendiendo o apagando los genes para una función especial, o regulando la velocidad en la cual se llevan a cabo estas funciones. El sistema endocrino es un complicado sistema de retroalimentación con impecable coordinación en la cual las hormonas liberan o suprimen otras hormonas para mantener el delicado equilibrio de la vida. La altura, el peso, el crecimiento, la maduración, la adaptación al estrés, la respuesta sexual, la reproducción y el envejecimiento son determinados por este increíble sistema de “llave y cerradura”.
Uno de los retos a los que nos enfrentamos en nuestra sociedad tecnológicamente avanzada, es que muchas de las toxinas ambientales, en particular las petroquímicas, imitan las hormonas y se adhieren a los sitios receptores destinados a nuestras hormonas naturales. Esto automáticamente conlleva problemas en la comunicación entre células. En un sentido, se cruzan nuestras señales y el cuerpo no funciona bien. Estos químicos disfrazados se llaman xenobióticos. Quizás los que peor fama tienen son los xenoestrógenos que son responsables de la reducción del esperma en los hombres, el desequilibrio hormonal en ambos hombres y mujeres, y un aumento del cáncer. Afortunadamente, existen terapias naturales disponibles para desintoxicar el cuerpo de estos químicos “engañosos” para que el cerebro y el sistema glandular puedan trabajar más eficazmente.
Nuestros antepasados han reconocido desde hace mucho tiempo la importancia del sistema endocrino como reguladores de las funciones corporales y mucho más. El sistema de chacras Hindú muestra el fluir de prana (energía de fuerza vital) entrando al cuerpo a través de siete centros energéticos primarios. (Algunos sistemas identifican hasta trece). Estos centros energéticos, llamados chacras, actúan como portales para que el prana entre en el cuerpo y lo nutra. Cada chacra está asociado con una glándula endocrina correspondiente, y tema mental, emocional o espiritual relacionado. Por ejemplo, si estamos teniendo dificultades para defender nuestra postura, el chacra de la garganta se cerrará ligeramente, reduciendo así el fluir de energía a la glándula tiroidea. Como resultado, se pueden experimentar problemas de las tiroides como energía baja, debilitamiento y caída del cabello y obesidad. A medida que vamos aprendiendo de nuestras experiencias de vida y vamos resolviendo estos temas, esto aumenta el flujo de energía a los chacras, creando sanación en todos los niveles del cuerpo/mente.
Para comprender mejor la enorme influencia que tienen nuestras hormonas sobre nuestra salud emocional y física, observemos algunos de los intérpretes en la danza endocrina de la vida.
Quizás la más misteriosa de todas las glándulas sea la glándula pineal. Situada en el centro del cerebro, la glándula pineal ha sido nombrada por los místicos como el “tercer ojo” y “el asiento de la mente”. Está unido al chacra de la corona, nuestra conexión energética con el espíritu y el propósito espiritual. En forma de ojo con una estructura cristalina como una lente para recibir luz, la glándula pineal funciona como el reloj biológico interno del cuerpo, diciéndonos cuando es hora de dormir, cuando desarrollarnos sexualmente, y cómo adaptarse a los cambios de las estaciones. La glándula pineal regula estos ritmos circadianos secretando la hormona melatonina al caer la noche, alcanzando su punto culminante en lo más oscuro de la noche. La glándula pineal también secreta la hormona serotonina, que promueve calor emocional, calma y paz interior.
Durante largo tiempo se ha sabido que las mujeres que pasan mucho tiempo al aire libre bajo el sol y la luna regularán sus menstruaciones según el ciclo de luna. Las mujeres Indígenas Americanas honraban su conexión con la “Abuela Luna” reuniéndose en casetas lunares durante la regla, que solía ocurrir en la luna nueva. Sabían que este era su momento más poderoso para la receptividad psíquica.
La luz natural es un nutriente importante para la salud, y una deficiencia causa una alteración de las hormonas secretadas por la glándula pineal. Los estudios han demostrado que una falta de luz natural y exposición prolongada a la luz artificial pueden conducir a insomnio, ansiedad, depresión, agresión y enfermedad degenerativa.
El instinto animal es preservado en la glándula pineal, aunque debido a su relativo tamaño reducido en los humanos, no está tan altamente desarrollado en nosotros. Parece ser, sin embargo, que esto no siempre ha sido verdad. Puede que haya habido un tiempo cuando, como los animales, estábamos más conectados con nuestra intuición y la naturaleza. Se ha dicho que mientras nuestra glándula pineal antes era del tamaño de una moneda, ahora es del tamaño de un guisante. Hay muchas teorías acerca de cómo, en nuestro pasado lejano, se puede haber utilizado de forma activa la glándula pineal para llegar a alcanzar estados de consciencia más elevados. Algunos creen que el sarcófago en la Cámara del Rey de la Gran Pirámide fue estratégicamente situado para que si un iniciado estuviera recostado en él, una espiral de luz blanca atravesaría directamente la glándula pineal, permitiendo al iniciado viajar a otras dimensiones. Se ha considerado que cuando los arqueólogos abrieron por primera vez el sarcófago encontraron un inusual polvo blanco cristalino, que ahora se encuentra en el Museo Británico. Algunas fuentes aseguran que encontrándose en un estado particular de meditación profunda, los humanos excretan cierto químico de la glándula pituitaria, que se cristaliza en un fino polvo blanco.
Todavía se desconoce el misterio de la glándula pineal y su verdadero propósito. En tiempos modernos se ha observado que algunos yoguis que han practicado la meditación profunda e intensa han desarrollado glándulas pineales más grandes que la media. Quizás al aprender más acerca de la pineal, pituitaria y el hipotálamo podemos acceder a las claves de nuestra herencia y alcanzar una vez más los niveles de consciencia que alcanzaron nuestros antepasados.
Se podría decir que en el mundo de hoy, las glándulas suprarrenales son las glándulas más sobrecargadas de trabajo. Las suprarrenales producen más de tres docenas de hormonas que llevan a cabo muchas funciones como controlar el equilibrio mineral y los niveles de azúcar en la sangre. Sin embargo, es en nuestra respuesta que las suprarrenales juegan un papel primordial, y son instrumentales en cómo responde nuestro cuerpo al miedo y al enfado. Ya no es el tigre dientes de sable el que provoca la descarga de adrenalina de reflejo de lucha o huida, sino los numerosos estreses de la vida cotidiana (atascos de tráfico, fechas límite, discusiones, facturas pendientes). Aun así, las hormonas que son liberadas en respuesta a estos estreses mundanos preparan nuestro cuerpo para el reflejo lucha o huida. La inundación de adrenalina causa la desviación de la sangre de los órganos internos vitales hacia los músculos, aumentando el ritmo cardíaco, y elevando el azúcar en la sangre para mayor energía.
Con el tiempo, esto agota severamente el sistema entero. Algunos investigadores de longevidad cerebral creen que la secreción constante de hormonas suprarrenales causada por el estrés reduce los neurotransmisores en el cerebro, conduciendo a mala memoria e incluso enfermedad de Alzheimer.
Las glándulas suprarrenales también producen importantes hormonas esteroides como el DHEA (dehidroepiandrosterona), e incluso algunas cantidades de estrógeno, progesterona y testosterona. Sin embargo, cuando estamos bajo presión, la prioridad de las suprarrenales es concentrar sus esfuerzos en la producción de adrenalina hidrocortisona. Las continuas exigencias del estrés, por lo tanto, pueden afectar de forma adversa nuestra respuesta sexual y nuestra salud reproductiva.
Cambios en el estilo de vida son muy recomendables para aquellos que sufren de suprarrenales severamente estresadas. Masaje regular, baños de aromaterapia, ejercicio moderado y ejercicios de respiración también ayudarán a aliviar tensión física y emocional acumulada. Algunos profesionales de la salud recomiendan hasta un año entero de reposo para casos de agotamiento suprarrenal.
Es creencia generalizada que a medida que envejecemos perdemos la habilidad de producir muchas de nuestras hormonas vitales, resultando en una gran variedad de síntomas. Estos pueden incluir impotencia, pérdida de masa muscular, mala memoria, artritis, enfermedad coronaria, cáncer, obesidad, sofocos en la menopausia, ansiedad, depresión y fatiga. La solución de la sociedad a este dilema es la proliferación y el marketing de una multitud de “súper-hormonas” como el estrógeno, DHEA, pregnenolene, melatonina, hormona tiroidea, testosterona, y la hormona de crecimiento humano. Muchas de estas hormonas son producidas sintéticamente y conllevan serios efectos secundarios, algunos de los cuales son los síntomas mismos que estas hormonas prometen reducir. La danza de las hormonas está cuidadosamente coreografiada, y la complementación artificial de una hormona puede afectar a muchas otras. Uno debe ser extremadamente cauteloso con estos potentes suplementos que tienen efectos poderosos en el cuerpo, muchos de los cuales son todavía desconocidos.
Las mujeres en particular han sido objetivo de la profesión médica y las compañías farmacéuticas para complementación hormonal para control de natalidad y menopausia. Estas hormonas recetadas son de naturaleza sintética, y después de prolongados años de uso han resultado ser bastante peligrosas para la salud de la mujer. El estrógeno sintético, al ser distinto del estrógeno natural en su estructura molecular, tiene muchos efectos secundarios incluyendo pechos doloridos, cambios de humor, acné, incapacidad para concentrarse, aumento de peso, sangrar excesivamente durante la regla y aumentada incidencia de cáncer de mama, cervical y del útero.
Con el consentimiento de Terri L. Saunders, que es Herbolaria y Profesional de la Salud Natural Certificada en Charlottesville, Virginia. Puede ser contactada en Sunrise Herb Shoppe: 804-984-2665 804-984-2665 , o visite http://www.sunherb.com/ , o por correo electrónico: sunherb@sunherb.com.
TRADUCIDO POR: TANIA