viernes, 29 de octubre de 2010

LA NATURALEZA DE LAS EXCUSAS INCONSCIENTES


Las excusas son seductoras, tienen un poder de persuasión tremendo, principalmente sobre nosotros mismos ya que ofrecen justo lo que queremos, cuando lo queremos. Las excusas tienen una variedad tan grande que sería prácticamente imposible cubrirlas si no es en un libro completo, así que veamos cómo funcionan las excusas inconscientes.
Probablemente el mayor poder de las excusas inconscientes reside, precisamente, en que son inconscientes y por lo tanto no parecen excusas, sino razones bien fundadas e incluso naturales. Antes que nada hay que comprender bien a fondo la naturaleza de las excusas, o justificaciones, cómo es que funcionan, cómo las creamos y finalmente, cómo las creemos sin pensar que en realidad se trata de excusas.
Las excusas no vienen de una parte malintencionada de nuestro cerebro, en realidad son un resultado bastante natural de nuestra capacidad racional. Es un mecanismo de defensa. ¿Hay algo que no te gusta? Trata de mantenerte alejado. ¿Hay que hacer cosas que te parecen molestas, cansadas o aburridas? No las hagas. En realidad no parece muy complicado, si nos dijeran que hay algo que hacer que nos gusta, aunque tengamos mucho trabajo o estemos cansados, si podemos hacerlo lo haremos, pero en la misma situación, otras actividades nada atractivas nos parecerán inadmisibles si no es que imposibles. He ahí la magia de las excusas, en realidad nos protegen de lo que no nos gusta, ya que no encontramos un sentido para hacerlo y es un proceso racional normal, aunque no es muy sencillo, si lo fuera, las excusas no nos funcionarían. El problema aquí, sería ¿qué tan frecuentemente encuentro “peros” o me excuso ante algo que se me presenta?
También hay que entender que el mecanismo de las excusas no se refiere a un mecanismo de razones torcidas y falsas, pueden existir excusas válidas, que serían razones y que estén orientadas en nuestro beneficio: “no puedo ir al cine porque tengo que hacer ejercicio”. Aunque en realidad son las menos de las ocasiones. No sólo hay excusas válidas, sino hay excusas inteligentes, que pueden ser peligrosas por lo mismo y hay excusas que podemos llamar simplemente estúpidas: “¿por qué?, ¡por que sí!”) Muchas veces al pensar seriamente en ellas nos pueden hasta dar risa, o parecer absurdas.
Para podernos dar cuenta de las excusas inconscientes que utilizamos tenemos que empezar por aceptar que tenemos una maquinita de excusas, que es en realidad nuestra capacidad racional. Muchas personas muy inteligentes pueden tener problemas para detectar sus excusas pues están tan bien construidas que son difíciles de detectar. Así que empecemos por aceptar nuestra propia capacidad para “defendernos”, para generar excusas como el que más y ya no engañarnos a nosotros mismos. Es muy importante distinguir excusas de razones, y para esto debemos pensar sobre lo que decimos, sobre todo en nuestro diálogo interno.
Hay personas, aunque algunos lo pondrán en duda, que se levantan a las seis de la mañana para ir a hacer ejercicio. ¿Cómo es eso? A esas horas el reino de las excusas domina la mente de la mayoría. En realidad es muy simple, esas personas pueden ver esa actividad desde un marco de pensamiento donde la actividad es agradable, o brinda satisfacción, o incluso pueden ver los resultados que ofrece, de ahí que no se presenten excusas en medio de la somnolencia y confusión del despertar a esas horas de la madrugada, ya que tienen un sentido bueno para hacerlo. Hay que entender que nuestra mente funciona con marcos de pensamiento, y un marco puede estar dentro de otro, formando un complejo sistema de niveles de pensamiento en el que uno mismo ya no sabe qué quiere. Imaginemos una persona con un marco de pensamiento en el que hacer ejercicio es conveniente, principalmente para la salud. Pero ese marco está dentro de otro, en un nivel inferior a otro que tiene programado que hacer ejercicio es desagradable. Ahora, por encima de ellos hay otro nivel en el que podemos encontrar que las excusas son malas, son herramientas de flojos y mediocres. ¿Quién usa excusas? Yo no, y tú tampoco… no utilizamos excusas, son razones. Por eso mismo, porque las excusas son negadas por las cualidades que les hemos atribuido, entonces la mente necesita colocar una barrera a la conciencia para no que pueda ver los niveles o marcos de pensamiento superiores. Ahí reside la magia y fuerza de las excusas, en la negación de las mismas. Ya Baudelaire había dicho que la mejor estratagema del diablo consistía en hacer creer a todos que no existía. Pues bien, igual estrategia tienen las excusas, en cuanto pensamos que no existen empiezan a funcionar.
¿Cómo me deshago de mis excusas?
Para eliminar el auto sabotaje que representan las excusas inconscientes hay primero que identificar bien el programa que hemos generado de excusas, descubrir que tan sofisticados hemos llegado a ser en el arte de tomarnos el pelo a nosotros mismos. Aquí hay una técnica de PNL que puede ayudarte a deshacerte de tus excusas inconscientes.
  1. Identifica un resultado deseado
Tal vez quieras cambiar tu tipo de vida, comer sanamente, hacer deporte, ser más productivo, cualquier cosa que desees y sepas que es bueno para ti. Algo que sirva para mejorar y ser mejor, en el sentido que prefieras. ¿Ya lo tienes? Pues bien, ahora represéntate a ti mismo alcanzando tu meta, siéntelo a detalle, visualiza el logro obtenido, y qué te estás diciendo aquí con tu meta alcanzada.
  1. Salte de la escena y reflexiona acerca de las excusas o tus “peros”
Ahora piensa por qué no lo has logrado, cuál es la razón por la que no lo has hecho, deja que tu mente te de todas las excusas o razones necesarias para no hacerlo. Si te preguntas ¿qué te detiene? ¿Por qué es tan difícil? ¿Qué tan importante es para mi el alcanzarlo y cual sería el beneficio? Te será más fácil encontrar las excusas que están limitándote, busca esas “razones” y evalúa cuáles son reales y cuáles son sólo excusas. ¿Está en mis manos resolver el problema? ¿Qué tendría que hacer? ¿Quiero realmente lograrlo?
  1. Analiza (las excusas) tus respuestas a estas dos últimas preguntas.
(Aléjate de la escena, no te identifiques con los logros y observa los mecanismos de las excusas.) Evalúa todo lo que sientas y te venga a la cabeza, haz un esfuerzo por detectar hasta las ideas que estén en el borde la conciencia. ¿Son tus excusas buenas? Si tienes una solución para lograr tu objetivo, y no dependes de nadie en especial, ¿cuándo lo iniciarías? ¿Qué sientes cuando usas excusas para cosas que realmente te convienen y date cuenta ahora de que sí puedes realizarlo?
  1. Acepta tu capacidad para excusarte y tu capacidad para darte cuenta de ello y resolverlo.
Si en el punto pasado nada sucedía, o no sabes bien qué pensar pero no te gusta es probable que todavía no aceptes tu capacidad para generar y usar excusas. Piensa que en realidad es bastante natural, es un sistema de defensa contra lo desagradable o incluso doloroso. También piensa que lo mejor es descubrir las excusas más que excusarse de hacerlo. (Cuidado porque sí existen excusas de las excusas). No pienses si está bien o mal, trata de ser imparcial, como un investigador o un científico, no vas a juzgar sino vas a aprender de ti mismo y del programa de excusas. Trata de desmenuzar el sistema de excusas, de encontrar sus mecanismos y conocerlos bien para que no te tomen desprevenido.
Ahora relájate, cierra tus ojos y piensa en tu excusa o excusas y visualízalas. Date cuenta qué tan válidas son. Si consideras que no valen la pena, respira profundo, y cada vez que exhales mueve esas imágenes lejos de ti, poco a poco hasta que desaparezcan o casi no las puedas percibir.
Ahora tu espacio está libre de ellas. Retoma y visualiza en este momento la imagen tuya con tu meta ya alcanzada. Respira profundo e instálala enfrente de ti a una distancia adecuada, donde te sientas motivado y satisfecho de saber que la puedes lograr.
  1. Evalúa tu sistema de excusas y aprende de ellas
Como habrás visto, tu mente ya tenía un sistema funcionando sin que lo notaras, ¡asombroso! Tu mejor herramienta al final del proceso es evaluar las excusas con una honestidad que pueda estar por encima de ellas, una honestidad que sea funcional. La intención no es sentirse mal, mucho menos castigarse, la honestidad debe servir para saber qué excusas pueden funcionar, cuáles no, y cuáles hay que ajustar. Sin este paso final nada de lo anterior sirve, procura cuestionarte siempre tus razones, una mente autocrítica es la mejor aliada en contra de las excusas inconscientes.
Las excusas inconscientes pueden ser un auto sabotaje que trae frustración y limitan tu verdadero desarrollo vital. Con esta técnica de PNL puedes luchar contra ellas y tomar el control de tu mente y tu vida. Recuerda de practicarlo de cuando en cuando, principalmente cuando no estés logrando algo que quieres. Una parte muy importante es jugar con tus excusas, seguirles el juego hasta ver si realmente se trata de excusas injustificadas, y si lo son, trabajarlas para que dejen de serlo. Nunca hay que denunciarlas y satanizarlas por ser excusas, esto sólo logrará que tu mente intente ocultarte que son excusas. Cuando descubras una excusa, trata a tu mente como si fuera un niño, simplemente muéstrale el camino correcto sin demasiado alboroto, como si su excusa fuera un juego en el que se distrae y un reto a vencer para mejorar tu calidad de vida.
Fuente:Estrategias