Ajna
Llamado Ajna por la tradición védica, este importantísimo centro de energía se encuentra localizado en la frente, en la zona del entrecejo y la glándula asociada es la hipófisis. En el ser humano es el centro integrador de la personalidad. Es visualizado como un disco de color índigo con dos "alas", una a cada lado.
Se dice que posee 96 pétalos o pliegues energéticos. Dwal Kuhl nos dice que en el ser humano es un verdadero centro de síntesis, vehiculador de las energías que tienen que ver con la ciencia y el pensamiento concreto (5* rayo), pero, como elemento de síntesis, tiene también muchas funciones que normalmente son atribuidas al rayo del amor-sabiduría, el segundo rayo.
La meditación concentrada en el Ajna, favorece el aquietamiento de la mente concreta, la concentración de sus capacidades de discernimiento a la manera de una lente que permite enfocar la visión y que aporta claridad.
En momentos en los cuales existe confusión, es posible aplicar una sencilla técnica meditativa llamada "el faro" que permite, literalmente, iluminar con la luz del alma, enfocada a través de la lente de la mente, el problema o la situación que nos demanda respuesta.
Relajados en una cómoda posición invocamos desde nuestro corazón la luz del alma y visualizamos que desciende desde un lugar por encima de nuestras cabezas al séptimo chakra (en la coronilla) y de allí al cuarto chakra, entre los omóplatos. Desde allí, elevamos esa luz del alma hasta el sexto chakra y la concentramos en él. Una vez concentrada esa energía, visualizamos la situación que nos aqueja en el escenario de nuestro corazón y, durante algunos minutos, la iluminamos, la irradiamos con la luz del alma concentrada en nuestro entrecejo a la manera de un faro que ilumina el camino de un barco entre escollos. Durante este proceso invocamos la comprensión y la fortaleza para emprender la acción correcta. Al cabo de algunos minutos, devolvemos la energía a su origen en una actitud de gratitud y atenta espera y continuamos con nuestras actividades cotidianas. Repetimos el ejercicio dos o tres veces al día mientras dure la necesidad de respuesta. Al cabo de un tiempo variable, experimentaremos un estado inesperado y súbito de comprensión y transformación con respecto al tema trabajado que puede ocurrir a través de un sueño o de una simple idea que surge de las profundidades de nuestra mente y nos ilumina el camino.
En situaciones de tormenta emocional, la acción del sexto chakra es muy útil. Podemos establecer en nuestra meditación un triángulo que incluye el sexto, el cuarto y el tercer chakra. En ese triángulo hacemos fluir la energía del nuestra alma mientras sentimos y visualizamos que lava y aquieta nuestro plexo solar. Ese triángulo nos permite varios movimientos. La tensión emocional que ha tomado la forma de pensamientos recurrentes, verdaderos parásitos emocionales de la mente, son devueltos del sexto al tercer chakra. La angustia, ese vacío inquieto del estómago, que experimentamos y que se convierte en gastritis, úlcera, colitis y que nace de los temores y dolores asociados, reflejo de un ego emocional golpeado y expectante, son ascendidas al nivel emocional más impersonal y verdaderamente amoroso del cuarto chakra a través de la puerta del diafragma (órgano activo de la respiración) y esa energía transformada en amor, se convierte en conciencia transformadora cuando se eleva, a su vez, al sexto chakra completando el circuito que, alimentado por la luz del alma se constituye en un verdadero aprendizaje evolutivo.
Los senos frontales, vértice superior del tetraedro resonante formado por los senos maxilares, esfenoidal y frontal, asocian este chakra de manera muy directa con el sonido. Esos senos son espacios aéreos de resonancia en los cuales la semilla sonora producida por las cuerdas vocales no solo se fortalece para proyectarse al mundo sino que también adquiere la cualidad de energía creadora, capaz de realizar acciones concretas en el mundo de lo real que le confiere el sexto chakra.
Cuando entonamos una sílaba o frase mántrica y la hacemos resonar en nuestro entrecejo, ponemos en movimiento las energías sintetizadoras de este centro. El Ajna es también utilizado en los trabajos de sanación magnética haciendo parte del llamado triángulo de magnetización (ver "La curación esotérica" de Alice A. Bailey) y trabajando a través de los ojos y las manos del sanador.
Juan José Lopera
Médico y Terapeuta (Sintergética, Musicoterapia y Sanación)