El oncólogo italiano Tulio Simoncini sostiene que el cáncer es una enfermedad infecciosa provocada por hongos -concretamente por cándidas- y se cura aplicando de la forma adecuada simple bicarbonato sódico diluido en agua destilada porque basta alcalinizar la zona del tumor para contrarrestar el entorno ácido en el que se desenvuelve y detener así su crecimiento. Dilución que puede ingerirse pero también aplicarse por vía intravenosa y, en los casos más complicados, cuando se quiere llegar rápidamente cerca del tumor, utilizando los mismos métodos clínicos que se usan habitualmente para la exploración de cavidades y órganos. Para él los tumores no son en realidad sino mecanismos de defensa creados por el organismo para defenderse de la infección por esos hongos en un intento de encapsularlos y luego destruirlos. Lo que según él demuestra el hecho de que sea imposible observar en vivo un tumor –sea en la pleura, en los ganglios, en el colon, en el útero o en el hígado- sin encontrar siempre colonias de cándidas.