Está ya en los quioscos de prensa el número de abril de la revista Discovery DSalud en la que he publicado un reportaje sobre los peligros de la tecnología WiFi, en concreto en el ámbito escolar. A mediados del pasado mes de septiembre el Congreso español dio su visto bueno al denominado Plan Escuela 2.0 cuyos beneficiarios serían los estudiantes de entre Quinto de primaria y Segundo de la E.S.O. -es decir, de entre 10 y 13 años- y los profesores de Primaria y Secundaria. Dotando para ello durante el curso escolar 2009/2010 de ordenador portátil a 400.000 alumnos y 20.000 profesores para lo que se preveía digitalizar 14.400 aulas.
“Esta medida –se explicaría- permitirá adaptar al siglo XXI los procesos de enseñanza y aprendizaje dotando a nuestros alumnos de conocimientos y herramientas claves para su desarrollo personal y profesional fomentando además el capital humano y la cohesión social, y eliminando las barreras de la brecha digital. Se dotará a las aulas de pizarras digitales y conexión inalámbrica a Internet y cada alumno tendrá su propio ordenador personal que usará como herramienta de trabajo en clase y en casa”.
Una interesante iniciativa si no fuera porque el Gobierno no ha regulado cómo podrán hacerse las conexiones a Internet y el sistema elegido por muchos centros ha sido el WiFi en lugar del cable que no contamina electromagnéticamente. Y eso ha abierto las puertas a un nuevo drama: se está irradiando irresponsablemente con microondas a decenas de miles de escolares y profesores.
El proyecto se impulsó además sin contar con la comunidad educativa y sin que los contenidos estuviesen preparados, los profesores formados y las líneas de actuación pedagógica definidas. Lo cual quiere decir que de momento el plan se ejecuta pues a un nivel puramente comercial. Pero siendo esto preocupante no lo es tanto como el hecho de que no se haya proporcionado a los directores y responsables de los colegios así como a los profesores, padres y alumnos la información existente sobre los peligros potenciales de conectarse a Internet mediante WiFi. Sobre eso ¡ni una palabra! Porque aunque hay quienes niegan ese peligro –curiosamente la inmensa mayoría de ellos están relacionados con la industria de la telefonía y por tanto su opinión no es precisamente independiente- existe la suficiente controversia a nivel científico como para exigir que esa información se haga llegar a los afectados. Nadie puede tomar una decisión razonada cuando se le oculta información.
La Universidad Politécnica de Madrid, por ejemplo, ha realizado un exhaustivo informe partidario del cable. De ahí que muchos padres, alumnos, directores, profesores y expertos bien informados sobre los peligros de la contaminación electromagnética se pregunten qué sentido tiene este incomprensible despliegue de routers por WiFi cuando hoy todos los colegios pueden acceder a Internet por cable y de hecho prácticamente todos están cableados en su interior.
“Se trata de un brutal ataque a la salud de niños que están desarrollando todavía su sistema nervioso que será bombardeado sin pausa por microondas a una velocidad de 2,4 billones de ciclos por segundo, exactamente la frecuencia que un horno microondas necesita para hacer vibrar la molécula del agua existente en los alimentos para que se calienten o incluso hiervan. Una exposición crónica que se sumará en el caso de muchos niños a la radiación que buena parte de ellos recibe ya en su casa provenientes de las conexiones inalámbricas tanto de WiFi como de los teléfonos inalámbricos (los conocidos como DECT) y de los móviles que se usan dentro de la vivienda y permanecen encendidos todo el día en la mayoría de los casos”, denuncia con contundencia la Asociación Vallisoletana de Afectados por las Antenas de telefonía (AVAATE).
Claro que las mediciones realizadas por sus miembros en un ordenador portátil conectado con WiFi situando el lector a la altura del cuerpo de un niño son preocupantes. Porque cuando la antena del ordenador se activó la medición fue de 5,396 w/cm² y eso supone un nivel ¡50 veces superior al que el comité internacional de expertos que se reunió en Salzburgo en junio del 2000 recomendó y 500 veces mayor del que aconsejó sólo un año después! Por otra parte, la antena interna del ordenador no emite a un nivel constante: fluctúa entre los 3 y los 7 w/cm² como han comprobado ellos mismos. Y esa radiación es la que se recibe con un solo ordenador encendido así que imagínese el lector la radiación de un aula con 20 o 25 aparatos encendidos y conectados al WiFi.
¿Y de qué riesgos estamos hablando? Pues el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de Valencia (UPV) asegura que puede producir:
transformaciones celulares cromosómicas y genéticas, cambios en el ritmo cardiaco, subida de la tensión arterial, alteraciones electroencefalográficas y alteración de la conducta. Cabe añadir que los cientos de estudios publicados hasta la fecha alertan sobre otros muchos posibles efectos a medio y largo plazo. Entre ellos, cefaleas, migrañas, fibromialgia, pérdida de apetito, problemas de memoria y auditivos (ruidos e incluso pérdida de audición), insomnio, déficit de atención, disminución del tiempo de concentración y dificultades de aprendizaje.
Más info: El libro La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo (Península, 2009) contiene un capítulo titulado El mayor experimento de la historia humana sobre la hipersensibilidad a los campos electromagnéticos que cada vez más personas padecen.