Qué es realmente el Feng Shui
El Feng Shui trata la relación entre los seres humanos y su entorno, cómo detectar y comprender la energía interna de la tierra, el uso apropiado de la misma , cómo encontrar un buen sitio energético para construir una vivienda que alimente la vida humana, qué tipo de plan estructural funcionará mejor para ciertas personas con estilos de vida concretos y las formas , aspecto y tamañó ideales de las estructuras para cualquier propósito o actividad específica.. En definitiva el Feng Shui estudia el movimiento de la energía y el modo en que fluye en elementos, colores y formas, que afectan todos los aspectos de nuestra vida.
Como funciona
Nuestras casas son extensiones directas de nosotros mismos son espejos que reflejan quienes somos . Los lugares en que vivimos albergan evidencias y símbolos de nuestras experiencias pasadas, nuestros pensamientos y sueños. Si deseamos cambiar y mejorar nuestra vida debemos ser conscientes de nuestra conexión con todo lo que nos rodea.
El buen Feng Shui consiste en la disposición de un espacio de tal modo que el Chi o energía fluya con armonía y le aporte equilibrio. La energía no se mueve de forma lineal, sino como ondas y espirales, por lo que nos sentimos más cómodos cuando imitamos a la naturaleza y trasladamos esas mismas curvas a nuestras casas. La energía de movimientos uniformes y suaves nos ayuda a relajarnos. En cambio, las líneas rectas, las esquinas angulosas y los bordes afilados no reflejan el movimiento natural del Chi por lo que nos sentiremos más tensos si nos rodeamos de estos elementos.
Por qué usar el Feng Shui
Para que la vida fluya y aparezcan nuevas posibilidades, debemos despejar los lugares que habitamos para poder crear el espacio físico necesario.
Si tomamos conciencia de lo que nos rodea y aprendemos a disponer los espacios externos, prodremos realizar elecciones más conscientes. que presten apoyo a nuestros objetivos y anhelos internos.
La limpieza profunda
Una limpieza energética global o profunda requiere una purificación de suelos, paredes, techos y objetos contenidos. Para los suelos se pueden utilizar fórmulas para aplicar con trapos, que deberán a su vez ser aclarados una vez efectuada la limpieza, igual que ocurre con una limpieza física. Y para las paredes, techos y objetos se pueden utilizar pulverizadores o humos.
La fórmula de limpieza con trapos
Se hierve en varios litros de agua un limón troceado al que no se le ha quitado la piel junto con tres o siete tazas de raíz de ruda seca. Se cuela y se vierte en un cubo, al que se agrega un litro de vinagre blanco.
El agua es un elemento purificador por excelencia, el más simple y vital de todos y constituye el principal componente de cualquier fórmula de limpieza energética de personas o ambientes. La raíz de ruda es utilizada en casi todas las fórmulas de limpieza y protección tradicionales, pues se le atribuyen poderosos efectos contra las malas vibraciones. El vinagre es un elemento purificador que tradicionalmente se ha empleado para realizar las limpiezas de las iglesias. Los cítricos, en general, se destacan por sus capacidades para absorber la negatividad y la suciedad energética.
Para realizar la limpieza de suelos, se necesitan tres trapos grandes y un palo. Puede servir el de una escoba, fregona o mopa. Una vez que el líquido del cubo, resultado de la mezcla de agua, vinagre, jugo de ruda y limón, quede frío, se puede empezar la limpieza. Primero, se sumergen en el cubo los tres trapos grandes y se retiran muy bien embebecidos. Entonces se coge el primer trapo y se va pasando por el suelo, los marcos y los zócalos de la casa desde el fondo hasta la puerta. No hace falta restregar, basta con pasarles el trapo, pero el trapo es de un solo uso, es decir que no debe ser sumergido una segunda vez en el cubo. Cuando se crea conveniente se utilizará el segundo y el tercer trapo, pero en ningún caso un trapo debe remojarse de nuevo. Tampoco conviene volver hacia atrás en el tramo por donde ya se ha pasado el trapo, es decir retroceder. El palo es para enganchar los trapos y levantarlos del suelo una vez acabada la limpieza. Entonces se procede a colocarlos en un fregadero o lavabo vacío con la ayuda del palo. Sobre los trapos se verterá el líquido sobrante del cubo y después se deja correr sobre ellos agua del grifo durante un rato, para desinfectarlos.