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lunes, 18 de octubre de 2010

EL ENOJO

Nos enojamos cuando algo nos frustra

¿Nuestro enojo es destructivo o resolutivo?

Debajo de cada enojo hay una frustración, el deseo frustrado se convierte en enojo. La función esencial del enojo es darnos más energía para enfrentar el obstáculo que produce la frustración. El tema fundamental es canalizar adecuadamente esa fuerza. Ese aprendizaje es una de las tareas más significativas que los seres humanos necesitamos realizar. La idea que enojarse es algo malo surge cuando no sabemos encauzar la energía del enojo. A veces son más penosas las consecuencias del enojo que las causas que lo produjeron, por la inadecuada utilización de esa energía.

enojo

El enojo puede ser encauzado en dos direcciones.

- utilizo mi enojo para castigar y hacer sufrir por la frustración (basado en una creencia negativa). Al reaccionar de ese modo, el otro se siente herido respondiendo con otro agravio. La intensidad crece estando los dos lastimados y resentidos. Ninguno quiere saber más con el otro, enojo que destruye ¿qué empezó esta discusión?

- enojo que resuelve es cuando dirijo ese plus de energía sobre el obstáculo que me frustra. Al concentrar la energía en una dirección adecuada, el enojo cumple su propósito esencial, da energía para resolver obstáculo que frustra. Este enojo se apoya en dos pilares:

- expresar lo que siento ante lo sucedido y demandar respuesta que “des-enojaría”.

- Expresar frustración que produce la situación, necesario para desahogar y lo que me ocurre a mí y lo que le ocurre al otro, motor que ayuda a cambiar. Cuando expreso lo que me molesta a una persona (por ejemplo impuntualidad-desatención etc.), eso ayuda a que se tenga en cuenta, disponiendo a ser más puntual o atento con lo pautado.

Expresar lo que siento no es enjuiciar al otro, son dos respuestas distintas, es necesario aprender a distinguir con claridad.

- Una cosa es decir: ¡estoy enojado por lo que hiciste! y

- otra distinta es decir: ¡Sos destructivo etc.

La esencia del enojo que resuelve es autoafirmarse con claridad-fuerza y respeto, para eso es necesario que me concentre en la acción que me frustra para demandar una solución. Decir lo que siento:

- orienta la demanda al futuro.

- Generar algún acuerdo para que no vuelva a ocurrir.

La clave es descubrir en cada situación, que me des-enojaría. ¿Qué tendría que ocurrir acá para que mi enojo cese?

Esa pregunta enfoca la mente sobre el punto central de la cuestión, ¿cómo se resuelve el problema que me enoja.?

Mucha gente cree que si le tengo afecto a una persona no puedo enojarme con ella, que tengo que dejar pasar todo porque es afecto o enojo, en realidad es todo lo contrario.

Una de las cosas que más ayuda a hacer resolutivo el enojo es expresar el enojo con afecto.

Puede parecer una contradicción pero es simplemente recordar que la persona con quien estoy enojado es alguien a quien le tengo afecto. Se pasa de: “Porque le tengo afecto no me puedo enojar” a “porque siento que le tengo afecto es que te puedo expresar mi enojo cuando lo siento”.

Cuando uno aprende a enojarse respetuosamente se da cuenta con claridad cómo es el enojo del otro:

- ¿si es resolutivo o destructivo (o cuánto hay de cada uno)?.

- Puede distinguir qué parte de verdad puede haber en ese enojo y que reparación requiere

- cuánto hay de enjuiciamiento, agravio o maltrato (parte de la inmadurez, ignorancia de quien se enoja así).

- Cuando establezco esa distinción estoy en mejores condiciones de no quedar sometido al modo destructivo del enojo del otro.

¿Cuál es la causa del enojo explosivo y desproporcionado con la situación? la acumulación del enojo.

Cuando uno no aprendió a expresar el enojo tiende a retenerlo y se acumula, alguna situación menor activa el enojo acumulado y sale con intensidad desproporcionada que desconcierta al otro, y a uno mismo. Es bueno estar al día con los enojos, para eso es necesario aprender a expresarlos de modo resolutivo. Si no uno tiende a callar por temor a complicar las cosas.

Counselor Alejandra Alonso

El Sentido de la Dualidad:


Divino conflicto, fragmentación interna.

Interacciona con algo que se cree ajeno al yo, pero que debe integrarse en el corazón si se quiere la plenitud.

La experimentación del no-yo es fundamental en la evolución de la mente humana, y preside el proceso de interacción entre la forma y aquello más allá de la forma, gran agente vinculador que pone en contacto ambas dimensiones (dinámica del yo-no-yo y amor unificador)

Para conocer un no-yo es necesario percibir un tipo de realidad externa a la propia conciencia actual, conciencia hacia una cualidad determinada, que se percibe como ajena al yo. Energía del amor y la paz resultante y consecuente de la superación de conflictos. Todo aquello que se capta como ajeno al yo es incorporado a la conciencia, incluido dentro del sentido interno, y en ese proceso reside la clave de la unificación de las cualidades que subyacen en todo lo manifestado. La dualidad es ausencia de unidad consciente (desde el momento que nombramos la conciencia hablamos del amor). La dualidad cesa de agitarnos:


- cuando abrimos nuestro corazón a la forma

- cuando comprendemos que todo en el universo tiene un sentido y estamos incompletos hasta que nos integremos conscientemente a él.

Nuestra presencia es más vívida cuando podamos comprender (por la mente y el corazón), cada aspecto de la vida con que interactuamos, como un sentido en sí mismo, (parte de la gran meditación que es el Plan divino, que merece un profundo respeto en todas sus manifestaciones).

El estado de conciencia que agota la dualidad produce un encuentro más allá de los pares de opuestos. Decir relación es decir tiempo (matriz del karma, conjunto de energías imperfectas que tienen que sintetizarse en la conciencia del ser para alcanzar la liberación en los planos físico, emocional y mental). El amor es el gran liberador del karma, porque puede existir dualidad (cuando se comprenden el origen y sentido de la dualidad, se alcanza la síntesis). Así en la plenitud no hay espacio para tiempo alguno (ni karma que nos afecte). Sin embargo, la falta de compasión y respeto lleva a despreciar cualidades que nos rodean:

- la mente se fragmenta buscando caminos lejanos,

- charlas más interesantes, personas más profundas, etc.,

- distrayendo al Pensador y alejándolo del aquí y ahora, que es donde están las respuestas a todos los interrogantes.

La búsqueda del sentido de cada proceso, cada Situación, Acto, Palabra, Emoción, Pensamiento que nos rodea, implica una profunda comprensión de la importancia que tienen porque es lo que el karma nos ha deparado en el presente; tal es la dualidad y su gran oportunidad. Si por el contrario permanecemos con la mente y el corazón ciegos a los significados, la interacción no se profundizará, por nuestra falta de compasión, y sufriremos reiteradamente por nuestra superficialidad, que se convertirá así en una generadora de inarmonías.

Cada triunfo de la comprensión por sobre la forma representa una influencia importante en la vida espiritual.

Counselor Alejandra Alonso