“Sanar es Liberar la Fuerza Atrapada del Amor”
Entrevista a Luz Angela Carvajal
Su voz es dulce, pero su mensaje contundente. Pertenece a ese linaje de médicos y sanadores de Medellín que hablan en verso. Luz Ángela es “poesía cargada de futuro”, pues no abre la boca, sino para compartir bellas y siempre esperanzadoras palabras. Su invitación a despertar el espíritu del amor dentro de nosotros mismos, es la misma invitación a superar con fuerza y tesón, deseos y pasiones personales. Tras la poeta hay un ser firmemente comprometido con la vida, que trabaja duro para sacar la familia, la profesión y el compromiso adelante…
Observa y diagnóstica con mirada certera y penetrante, seguramente enfermedades, pero también cuadros colectivos de más agudas carencias y necesidades. Su presencia amable y serena ya es medicina. Contagia la felicidad que predica. Sus respuestas brotan instantáneas y solas. Hay una pregunta que no le hacemos por puro pudor: ¿De qué insondable pozo de sabiduría y belleza extrae de repente tan enormes respuestas, tan afinados poemas? En realidad podríamos sin temor elogiarla. No se infla: “la autosatisfacción separa” y ella sólo agradece, sólo une.
Oír su conferencia en el marco del Congreso Internacional de Sintergética celebrado recientemente en Toledo y solicitarle entrevista, al término de la misma, fue todo uno. Los pies fueron solos hasta el estrado. Al rato, la grabadora andaba y el escriba gozaba…
¿De dónde emana toda la fe y la esperanza que derrocha Luz Ángela?
Emana del Ser. Nosotros en realidad no amamos, permitimos ser cauces del amor. Somos el sujeto y el Verbo es el amor. El amor no lo produce el ser humano, sólo lo permite. El amor comprende todo, incluso aquello que llamamos bien y mal y que no es más que una forma de revelar esa línea, a veces no tan recta, entre el espíritu y la materia. Mi fuerza, mi fe, mi esperanza…, en realidad no son mías. Yo soy sólo la acción visible del amor en un sujeto: Yo. No existe otro impulso en la tierra que el amor en movimiento, aunque muchas veces va en contracorriente, se obstruye, se malversa.
¿Hay norte, hay plan, hay esperanza…?
Por circunstancias que parecen externas, como la tecnología que permite una rápida y casi simultánea comunicación, cada vez nos afecta o nos perturba más directamente lo que pasa a los demás, cada vez somos más conscientes de nuestra inconsciencia. Por eso tengo esperanza. Ha corrido mucho dolor sin que asumiéramos que cuando vamos en contra de los otros, vamos también en contra de nosotros mismos. No pasará mucho más sin que esto llegue a ser de la conciencia de cada cuál, de los gobiernos, de las religiones, de la educación… En el paramilitar, en el drogadicto, en el antisocial, en el egoísta y el prepotente hay un hermano desterrado de su propio corazón. Es en el corazón del ser humano donde hemos de restablecer el norte, el plan, para que la esperanza no tenga el frágil cimiento de la voluntad sin amor, del amor sin voluntad.
¿Qué es para Luz Ángela sanar?
Permitir contactar con la versión del amor posible en cada cual, sin obstrucción. Porque cada cual tiene su versión en función de su contexto y de su grado de descubrimiento en sí mismo de lo que es el amor. Es poder volvernos sujeto del verbo amar, un ser humano. Todo lo que existe es metáfora del amor. Ese es el Origen: “Y el Verbo se hizo carne”. Nosotros somos sólo sujeto, nosotros sólo su eco; en ese eco reconozco más allá de los opuestos esa esencia.
¿Cómo nos afinamos para ser eco?
Siendo. Reconociendo en el otro esa parte, esa nota que reconstruye la sinfonía total. Cada ser nos completa. El que piensa distinto no nos sobra. Podríamos plantearnos esta pregunta: ¿Cómo ver al mundo, cómo ver al otro para asumir que me completa, no como hipótesis, sino como realidad? No puedo acercarme al otro desde los juicios, desde lo que conocemos como bien o mal, porque aunque no lo queramos, vamos a separar, aunque lo pretendamos, no vamos a conocerlo en su realidad.
¿La crisis, la enfermedad… son necesarias?
En este maravilloso planeta aún nacen volcanes a la luz de las estrellas y emergen irrumpiendo la quietud del mar… ¿Si se renueva este ser de cuatro mil quinientos millones de años, pulsa y se agita esta tierra, cómo no nos vamos a renovar nosotros de los lastres de nuestra pequeña historia, a través de esa fricción que se manifiesta en lo que llamamos enfermedad? Antes de luchar contra el efecto visible de esa fricción, ¿por qué no liberarnos de estructuras filosóficas, políticas, económicas, científicas, religiosas que justifican el separatismo? Así como es lo natural en la naturaleza que el fuego dormido en el corazón del planeta emerja con todo su poder, en nuestra humanidad de carne y hueso se exterioriza ese fuego como el poder liberador del amor
¿Por qué Luz Ángela decidió dedicarse a sanar?
Sanar representa tender un puente entre el hombre y su real naturaleza, que habita, con mayor o menor presencia, en su corazón. Me he sentido puente en la vida. Me vivo como un catalizador, como un conductor, como un vehiculador de la fuerza del amor. Intento sembrar cauces, tender puentes, esculpir caminos, por donde circule esa sustancia matricial que es el amor. No sabía por qué quería estudiar medicina, pero sí para qué: para servir al hombre, para servir a la humanidad. Quería sanar lo que estaba roto y así revelar la belleza de la creación. Entiendo la sanación como la puesta en acción del potencial amoroso del ser. Es a partir de este movimiento desde donde son posibles las transformaciones interiores, lo demás son simplemente cambios de una cosa por otra.
Mencionas a menudo las enseñanzas que nos revela el propio cuerpo humano…
Las células dialogan y se unen para hacer el hígado, para hacer el cerebro…, o cualquier otro órgano. Las células se aman y aunque también quieran ser individuales, se mantienen unidas y así se entregan a una vocación más allá de sí mismas que es el ser que las contiene, el organismo de un ser humano. De igual manera, todos podemos considerarnos células de esta humanidad, existiendo con nuestra diversidad, en este organismo que nos contiene, dentro del cuál nuestra existencia no sólo transcurre, sino que tiene sentido más allá de la supervivencia particular. ¡Ya no más hombres contra mujeres, masculino contra femenino, poderosos contra pobres, grandes contra chicos!…
Y el tránsito de la medicina académica a una alternativa y más holística?
Fue en compañía de la vida. De pequeña siempre estaba sola. Percibía magia en la soledad. Era la sexta de once hermanos. Era chica para mis hermanos grandes y grande para los pequeños, por eso dialogaba con lo que no era evidente. Los estudios universitarios fueron maravillosos, pero a mi modo de creer la vida, estaban incompletos. Sufrían de la ausencia de la magia de la vida. En realidad a todos los estudios les falta algo si el para qué no es la Vida.
¿Los codos hincados ante los manuales fueron necesarios?
Hay cosas que se vuelven perversas cuando se convierten en fin en sí mismas y no en medio. Si el dinero se vuelve un fin en sí mismo, es la más pobre prisión. Si la academia se convierte en un fin en sí misma y no en un medio para servir, nos encontramos entonces con el ostracismo y el orgullo intelectual, por cierto muy separatista. Si se vuelve en un medio para comprender y para dar, se hace cómplice con la vida…, entonces logramos complicidad con esa vida en su totalidad, no ya con una teoría, con una profesión, con un paradigma, con una tendencia, ni siquiera con una cultura que es aún mucho más abarcante. Entonces los codos hinchados, los ojos somnolientos, los pies apenas arrastrados después de jornadas de 36 horas de guardia en el hospital…, eran necesarios no para la academia, sino para la Vida. La vida no sólo es la del hombre, ni de todo lo que vemos o presumimos que tiene vitalidad. Es lo que llegamos a presentir como totalidad esencial en nosotros mismos, aún más allá de la muerte.
La palabra servicio acude a menudo a tus labios…
En cuanto médica, profesional, madre, esposa… yo he de preguntarme a qué, a quién sirvo. Si no le sirvo a la vida, lo estaré haciendo mal, pues el compromiso de todo ser humano es precisamente con la vida, con la totalidad. En la vida de ahora hemos de servir a la vida de siempre. Aunque hayamos tenido circunstancias difíciles y nos hayamos convertido en lo que fuere, somos hijos de la materia y del espíritu perfectos, tanto en origen como en destino. Cada cual, siendo diferente, es lo mismo y lo puede expresar con el atributo de la belleza y el colorido, de los matices y la tonalidad, que es el lenguaje de la diversidad.
¿España te ha aportado algo?
Yo no podría hablar de una enseñanza concreta. España me ha devuelto esa parte de mí, que estaba al otro lado del océano.
¿Pese a todas las noticias negativas con las que no bombardean los medios de comunicación, Colombia es tierra de esperanza?
Colombia, en cuanto parte de la humanidad, es el lugar en donde se oficia un trabajo, a veces un sacrificio. La humanidad es solamente una. Unos grupos humanos desempeñan un papel que posibilita el ascenso en la evolución de los otros. Lo que como diversidad cultural vivimos y aprendemos, es en realidad para todos. A “El que tenga ojos para ver que vea, el que tenga oídos para oír, que oiga” agregaría, “el que tenga corazón, que aprenda”.
¿Poetisa antes que médico … ?
Cuando era pequeña y me quedaba sola, hacia y declamaba poesía. La vida es poesía, pero poesía no es sólo referencia a lo dulce y a lo bueno. Se hace profunda cuando está al lado de lo que es amargo y de lo que no es tan bueno. Entiendo la poesía como aquello que emerge entre los opuestos. Somos un poco primitivos cuando necesitamos aprender por el conflicto, en vez de que eso mismo nos sea revelado por la belleza. Los pares de opuestos producen belleza, entonces ¿por qué no nos conmueve lo bello, por qué no nos conmueve la luz y la mirada de un niño, la fatiga del anciano, el sol de los labriegos que pega tibio a las espaldas, el viento que de pronto de asoma suave en el bosque y la pradera, o que furioso barre y limpia la atmósfera y la renueva…? ¿Por qué necesitamos del dolor para moler lo que nos sobra? Tal vez porque siempre nuestros sentidos están prestos a reaccionar a lo que no es: “no es correcto, no es bueno, no es justo, no es cómodo….” ; porque estamos aferrados a lo no esencial que nos distancia de vivir la plenitud que no es afuera, que no está fuera.
¿Viene ya el salto entre el bruto y el ángel?
Salto o camino, no puede ser un salto o un paso sin conciencia de por qué y para qué estamos donde y como estamos. Esto es lo que nos ha conducido una y otra vez a una prisión que tarde o temprano nos ha asfixiado. Si el salto es no sólo el que te otorga el poder, sino el inherente al movimiento del amor en tu humanidad, tienes derecho a saltar. Pero si supone separatismo, no tiene sentido el salto, puede ser la precipitación a un abismo. La continuidad de la conciencia tiene que ver con eso. No es dejar atrás una cosa por otra, es conquistar la eternidad: continuidad de la conciencia en la que el pasado y lo pasado tenga sentido leve y un anclaje cierto en el presente, desde el cuál nos asomamos hacia nuestra realeza. He ahí la continuidad de la conciencia.
¿Viene el salto evolutivo, la iniciación planetaria…?
Sí, pero no es ajeno a lo que ahora estamos viviendo. El nuevo tiempo no va a venir porque tiene que venir, simplemente porque es su hora, aunque no hagamos nada. Podemos estar como estatuas de sal, mirando atrás y ahí nos quedaremos. Hay una gran oportunidad, que va a reconocer quien esté con la levedad suficiente, sin lastres del pasado, llamados prejuicios, para poder avanzar. Los prejuicios sólo nos llevan a lo conocido, nunca a nada nuevo. Hemos de hacer un vacío interior, asumir que hay algo que aún no sabemos, que necesitamos, que queremos aprender y que nos permita generar el espacio para esa esencia matricial que es el amor. Lo que no sabemos, en lo cual aún somos niños, es de la vivencia del amor como estado de conectividad, de hermandad. La iniciación planetaria, que está en manos de la humanidad depende de la iniciación en la vivencia del amor transpersonal, más allá de los intereses del ego.
A veces visión y confusión se entrecruzan…
Podemos pensar y decir que todo eso es un cuento y también una vez más, podemos afirmar que la verdad está en cada cuál. Sólo en la medida que sepamos despertar ese espíritu crístico, ese espíritu del amor dentro de nosotros mismos, seremos ‘redimidos’; de lo contrario no nos daremos cuenta de la oportunidad y seguiremos mirando para atrás, a nuestros deseos, a nuestras pasiones, a nuestros miedos y dolores. No hay nada aprisione más que el dolor. Puede ser redentor y liberador, pero puede ser también todo lo contrario y es ahí donde nace la confusión, donde se obnubila la visión: del dolor que no aprende de su lección y se queda en el dolor. Dar el salto es permitir la transformación dentro, adentro, en cada cual. No es cambiar una cosa por otra, cambiar el dolor por una promesa de redención, aunque no nos hayamos liberado del dolor. Si en cada momento, aquí y ahora, estamos dispuestos y comprometidos con la vida, no existe el miedo, sólo la danza de la realidad que muta de forma, que ofrece oportunidad de realizar, de hacerse real.
Además de toda la labor sanando cuerpos y almas, cuatro criaturas…
Durante un tiempo viví con la satisfacción de “como lo hago de bien” y ello lo que me trajo fue aislamiento y soberbia. Ahora, cada vez más, vivo la gratitud posible del presente, la gratitud de lo que la vida me acerca a cada instante. La satisfacción me separa, la gratitud me une. Aunque esa satisfacción pudo haber sido necesaria, ahora me puedo abandonar a mí misma con mayor tranquilidad. Me digo a mí misma que no tengo que demostrar nada y estoy bien como estoy y con quien estoy, haciendo y siendo.
¿A menudo intentamos demostrar demasiadas cosas?
Se trata simplemente de hacer siendo, respirando. Respirando con conciencia estamos tejiendo la trama de amor. El sólo hecho de respirar con conciencia deja una huella más profunda, que toda una agitación sin conciencia. Es ahí donde sentimos la magia real de la complicidad con la vida.
¿Futuro del trabajo grupal en el que estamos embarcados?
Venimos del aislamiento, de la competencia y la lucha por el poder individual; futuro es el trabajo grupal. Albergo la esperanza de que si trabajamos en grupo y para el grupo, entenderemos el sentido de la libertad, de la fraternidad. El proceso de globalización está respondiendo a esa ley. El futuro de la humanidad es manifestar la oleada del amor, la oleada de la hermandad, de lo grupal, es aprender a servir como grupos a grupos. Nuestro desarrollo espiritual arranca de ese mensaje de hace dos mil años que rezaba: “amaros los unos a los otros, como Yo os he amado”. Jesús no dijo de amar al que nos gusta, al que es de nuestra responsabilidad, sino a todos…
¿Cuál ha sido la enseñanza más profunda que has recibido en las caravanas de la sanación?
La caravana de sanación es una corriente de amor y la enseñanza más profunda que esa corriente ha dejado en mí es que un instante que entreguemos a otros, a la vida, puede cambiar completamente la vida y la historia de otro ser humano, de una familia. He aprendido que la fe y la esperanza en la bondad están al alcance de todos y obra verdaderos milagros. El mundo y el destino del mundo están en nuestras manos, no en las manos del poder, sino en las manos del amor. El amor es la manifestación entre el espíritu y la materia. El amor le da pudor al poder, le confiere poder al pudor.
¿Hasta dónde van a llegar estas caravanas?
Independientemente que nos encontremos físicamente o no, siempre de ida y de vuelta al corazón de todos los seres humanos. Que sientan que éste es un movimiento de esperanza y de hermandad. La idea es que recorran toda Iberoamérica y lleguen a Norteamérica. Partieron del Sur, de la Patagonia y pretendemos que alcancen el Norte, hasta Canadá, incluso el Ártico, que abracen el planeta por arriba y por abajo. Cada vez que damos un paso en las caravanas de sanación, estamos tejiendo un camino de humanidad. Sanamos no sólo las personas, tratamos de sanar también las relaciones, el propio planeta y a la par, sanar nuestra propia historia, conscientes de que al reconocer la luz, se encuentra el camino cierto, se reconoce la complementariedad entre opuestos, entre Oriente y Occidente, entre España y América... De esa forma comprendemos que son expresión de una función dual de la unidad esencial.
Será preciso igualmente sanar el día a día…
Por inercia, sin conciencia, hacemos las cosas más difíciles. Tenemos el poder de ser cómplices de la vida, día a día, a través de quien tengo al lado. Esto parece difícil, tal vez condicionado a que las cosas sean como nos gusta, de nuevo mareados con la marea de los acontecimientos. ¿Qué tal si en vez de esperar por dónde salta la liebre nos preguntamos, cómo y dónde poner amor para hacer más fácil la convivencia diaria? Allí, en casa, entre el hombre y la mujer, generalmente se comienzan todas las batallas, en las que el hijo, toda la humanidad, es desterrado del hogar y sigue luchando por encontrar un lugar…, hasta que encontramos que no éramos contrarios y podemos danzar unidos (un-y-dos) la danza del amor.
¿Avanzamos hacia una espiritualidad universal?
La espiritualidad no está al margen de lo que soy en cada momento. Ser espiritual es tener unos ojos, unas manos, un corazón, unos pies, un tiempo que me permita vivirme a mí misma en diferentes escenarios, en diferentes cuadros que me llevan a un estado de autoconciencia en conciencia con la totalidad. Hasta el presente la espiritualidad se ha sustentado en el individuo y sin embargo ahora vivimos una espiritualidad global y colectiva. Es como si estuviéramos viviendo un parto de esa gran síntesis que mencionábamos de espíritu y materia, de Oriente y Occidente. Valga la redundancia, la espiritualidad no está sólo en el espíritu. Está entre el espíritu y la materia, es la vivencia del espíritu consciente que se realiza, se hace real hasta la materia, en la materia. Si conquistamos esa otra dimensión del tiempo que es el espacio de la conciencia, podemos asomarnos a la eternidad y a la trascendencia.
¿Las religiones separadas tienden a desaparecer?
Todo está bien si no pierdo de vista el marco que es la vida, si no pierdo su esencia que es el amor. El Verbo se hizo carne y nosotros sus actores. El amor no lo creamos, lo permitimos y lo actuamos de muy distintas maneras. Lo pintamos y adornamos y esa expresión se puede llamar islamismo, budismo, hinduismo, cristianismo, judaísmo o ateismo… Son modos de aproximación a la vida y a su esencia que es el amor. Igualmente la cultura, es una composición de conjugaciones que hacemos con ese único verbo que es el amor.
¿Cuántas cosas tienes para decir al mundo, no?
Las digo cuando como, cuando me ducho, cuando duermo, cuando lavo los platos, cuando voy en un avión…, o cuando las comparto en momentos como el presente. Es así como puedes sentir la fuerza y la fe que albergo. A veces encuentro eco. Cuando lo encuentro hay resonancia con el otro, una danza; y Cielo y Tierra se conectan y siento que estoy unida, viviendo la magia del instante. Hay una antena que permite esa resonancia: el corazón, de corazón. Esa es la magia del amor: Él llega hasta donde tú llegas.
Impartes seminarios, pasas consulta, cuidas una familia..
Yo lo que más hago en la vida es respirar… En el tiempo explícito hago muchas cosas: mama, consultorio, familia grande, familia chica…, pero también encuentro tiempo para ver cómo atardece en mi casa, para recorrerla. Tengo incluso tiempo para no hacer nada, para la ociosidad y la contemplación, para sentir, para pensar, para agradecer...
Y en el otro tiempo…
En el tiempo implícito, en el tiempo que se vive interiormente, todo cabe. La vida, todos los escenarios son simultáneos, porque simultáneas son las huellas que han dejado en mí. Y así, mientras estoy en una labor determinada, puedo ser lo que quiera sintonizar. La magia existe no como algo externo, sino como algo que puedo sintonizar adentro y sacarlo de adentro, como el mago saca el conejo de su sombrero. Desde esa certeza, es posible mover simultáneamente los hilos de la existencia que desee, que necesite, que necesita aquél que tengo en frente. Sin que suene a pretensión, eso es lo que se denomina omnipresencia y omnipotencia. Si no sería un automatismo muy aburrido, repetir y repetir las mismas cosas. Sin embargo no me aburro, me profundizo, me meto dentro de mí, voy al punto nodal de emergencia de todas esas cosas que es el corazón, que es el amor y lo disfruto.
Vives pisando el acelerador...
Hay tiempo para todo lo que le quepa a uno en el corazón. La semana tiene siete días, cada uno lleno de instantes, tantos. Si asumimos que es posible elegir estar en el presente con levedad, sin la carga de lo que se hizo, ni de lo que se tiene por hacer, no es difícil, no es tan abrumador.
¡Prolónguese esa levedad! ¡Que sea por muchos años!
Si no, está bien también. Ya está la semilla sembrada…Publicado:Teresa.-Angeles de Luz