Hemos puesto un montón de energía en mejorar nuestra memoria, la inteligencia y la atención. Incluso hay drogas que nos hacen estar más claros, como el Ritalin y la cafeína. Pero quizá ser más inteligentes no sea realmente todo lo mejor.
Un nuevo artículo publicado en Current Directions de Psychological Science, nos advierte de que hay límites en cuanto a lo inteligentes que los humanos podamos llegar a ser, y cualquier aumento en la capacidad de pensar es probable que traiga consigo otros problemas.
Los autores estuvieron viendo la evolución para entender por qué los humanos somos tan listos, pero no más inteligentes. “Muchas personas se interesan por las drogas que pueden mejorar el conocimiento de varias maneras”, decía Hills Thomas, de la Universidad de Warwick, que co-escribió el artículo con Ralph Hertwig, de la Universidad de Basilea. “Sin embargo, parece natural preguntarse, ¿por qué no somos más inteligentes ya?”
Los pros y los contras son comunes en la evolución. Estaría bien medir dos metros y medio de altura, pero la mayoría de los corazones se verían en dificultades para manejar la sangre hasta tan alto. Así que la mayoría de los mejores jugadores humanos se quedan en 1,80 metros. Y de la misma manera que hay ventajas y desventajas evolutivas en los rasgos físicos, explica Hills, también las hay para la inteligencia. El tamaño del cerebro de un bebé se piensa que está limitado, entre otras cosas, por el tamaño de la pelvis de la madre, los cerebros más grandes podrían significar más muertes en el parto, y la pelvis no se puede cambiar sustancialmente sin cambiar la forma de estar de pie y caminar.
Las drogas, como el Ritalin y las anfetaminas, ayudan a las personas a que tengan una mejor atención. Pero a menudo sólo ayudan a las personas con dicha capacidad inicialmente más baja, las personas que no tienen problemas para prestar atención, en realidad, la ingesta de este tipo de drogas les dificulta la atención. Esto sugiere que hay alguna clase de límite en la cantidad que se puede o debe prestar atención. “Esto tiene sentido si se piensa en una tarea tan enfocada como el conducir”, continua Hills, “donde se debe prestar atención a las cosas correctas, unas cosas que puede estar cambiando todo el tiempo. Si la atención se centra en una brillante cartelera o en cambiar el canal de la radio, vas a tener problemas”.
Parecer ser buena cosa el hecho de tener una memoria mejor, pero la gente con recuerdos vívidos en exceso tienen una vida realmente difícil. “La memoria es un arma de doble filo”, añade Hills. En el trastorno por estrés post-traumático, por ejemplo, una persona no puede dejar de recordar un episodio horrible. “Si algo malo sucede, uno quisiera ser capaz de olvidar para seguir adelante.”
Incluso el aumentar la inteligencia general puede causar problemas. Hills y Hertwig citan un estudio de Ashkenazi Jews, que tiene un CI mucho más alto que la media de la población europea. Aparentemente, esto es debido a la selección evolutiva de la inteligencia de los últimos 2.000 años; pero, al mismo tiempo, Ashkenazi Jews ha estado plagado de enfermedades hereditarias, como la enfermedad de Tay-Sachs que afecta el sistema nervioso central. Es posible que el aumento de su capacidad intelectual tenga algo que ver con la activación aumentada de su enfermedad.
Dado que todas estas ventajas e inconvenientes surgen cuando se intenta mejorar la inteligencia de la gente, dice Hills, es poco probable que alguna vez haya una supermente. “Si uno tiene una tarea específica en la que se requiera más memoria, más velocidad, más precisión o lo que sea, entonces podría venirle bien un potenciador que aumente su capacidad para dicha tarea; pero sería un error pensar que esto va a mejorar sus capacidades para todo el conjunto.”
- Referencia: ScienceDaily.com, 7 de diciembre de 2011
- Traducido por Pedro Donaire
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