Paso a paso, te contamos cómo conseguir una buena cosecha de una de las hortalizas más saludables.
El símbolo de las cabezas de ajo entrelazadas en una ristra es sólo una parte de la larga tradición popular vinculada con esta planta. Se le han atribuido propiedades protectoras desde hace más de 2.000 años, desde Europa hasta el Lejano Oriente. Los soldados romanos llevaban ajos para que les dieran valor, los marineros, para que los protegieran de los naufragios, y los montañeses, para que los salvaran de las tormentas y los peligros del mal tiempo. Todas estas supersticiones se basan en un deseo de protección, inclusive la más mediática: contra los vampiros.
Sus propiedades medicinales como regulador de la presión arterial y sus virtudes antibióticas lo ponen a la cabeza de las hortalizas saludables, aunque el aromático disulfuro de alilo se elimina principalmente por el aliento…
Para su cultivo, los ajos toleran un poco de sombra, pero prefieren desarrollarse al sol. El suelo debe tener buen drenaje y ser suelto. La incorporación de materia orgánica en forma de compost maduro garantiza una buena cosecha, no así la de estiércoles frescos. En otoño, se plantan los dientes con la punta hacia arriba y de cada uno saldrá una cabeza entera. Una forma orgánica de protegerlos del ataque de hongos es sumergirlos un par de horas, previo a la plantación, en una solución de polvo de hornear (una cucharada en un litro de agua).
Podemos plantarlos en hoyos o en líneas, en una pequeña zanja de 5cm de profundidad y con una distancia de 15cm entre planta y planta. Si plantamos más de una línea, la distancia será de 25cm entre cada una. Tapamos los dientes de ajo con tierra y luego cubrimos el suelo con un mulch de paja o pasto seco con hojas secas. A partir de la cuarta semana observaremos los brotes creciendo entre la cobertura. Crecen lentamente durante el invierno, pero en la primavera su desarrollo se acelera. A mediados de esa estación podemos "anudar" el follaje de las plantas para favorecer la formación de los bulbos.
Cuando observemos que tres cuartas partes del follaje amarillea, será el momento de la cosecha. Cuidadosamente se hace un hoyo en la base de las plantas y se retiran los bulbos, no es conveniente tirar del tallo. Los resguardaremos del sol en un lugar seco y fresco, y luego de 4 a 6 semanas ya estarán secos para limpiarlos y almacenarlos para su consumo posterior.
Tierra de diatomeas
Esta "tierra" está formada por los esqueletos microscópicos de diatomeas. Éstas fueron algas que vivieron en los lechos de los lagos de agua dulce hace 30 millones de años y que, al emerger la Cordillera de los Andes, quedaron sus yacimientos al descubierto. En agricultura orgánica se utiliza para el control de plagas, actuando por deshidratación de los patógenos al perforarles su exoesqueleto. No sólo no presenta toxicidad, sino que además incorpora en el suelo micronutrientes frecuentemente escasos en suelos cultivados. Este producto no distingue entre insectos patógenos y benéficos, por lo tanto debemos aplicarlo lo más directamente posible sobre los patógenos identificados. Su uso es también indicado en el almacenaje de semillas y en el control de plagas de mascotas.
Por Gabriela Escrivá.