La Organización Mundial de la Salud estima que anualmente 2.5 millones de personas mueren por causa del alcohol. Esta estadística supera a los fallecimientos, por ejemplo por HIV.
Eugenia Plano – www.vidapositiva.com
Sí, el consumo de alcohol ocupa el tercer lugar mundial entre los factores de riesgo de enfermedades y discapacidad; en el Pacífico Occidental y las Américas ocupa el primer lugar, y en Europa, el segundo.
Así, cuándo se afirma la peligrosidad extrema del consumo de alcohol, no es una “manera de decir” es una realidad ineludible para todos los países del mundo, y especialmente entre los jóvenes, franja etárea que en las últimas décadas se encuentra entre las más afectadas. La OMS informa que unos 320 000 jóvenes entre los 15 y los 29 años de edad mueren por causas relacionadas con el alcohol, lo que representa un 9% de la mortalidad en este grupo etáreo. Otra investigación realizada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) informa que en países como Estados Unidos el alcohol interviene en el 25% de las muertes de personas de entre 15 a 29 años.
Por otra parte, la OMS confirma que Argentina es el país de habla hispana con mayor consumo de alcohol. A nivel local, el Estudio Nacional de Adicciones, realizado por el Observatorio de Drogas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) lo confirma: el 13 % de la población tiene problemas con la bebida y ya llega a un millón la cantidad de alcohólicos. Al igual que en los Estados Unidos, los principales afectados son los jóvenes. El informe revela que el 19% de las personas de 16 a 25 años, al menos una vez a la semana tiene un episodio de intoxicación con bebidas alcohólicas.
Es decir, el núcleo de riesgo se encuentra protagonizado por los jóvenes, de ambos sexos por igual y así, son la franja etárea con más crecimiento en los últimos años con respecto a la suba en los índices de alcoholismo.
¿Cuáles son las consecuencias directas de esta adicción?
A partir de diversas investigaciones la OPS la comprobó que el abuso prolongado de alcohol causa enfermedades del hígado como la cirrosis y la hepatitis, además de pérdida de la memoria, úlceras, anemia, coagulación defectuosa, deterioro de la función sexual, malnutrición, depresión, cáncer y hasta daño cerebral. Pero las consecuencias del abuso de alcohol también provocan daños a terceros, y a veces no es necesario padecer una adicción para generarlo. La asesora regional de la Organización Panamericana de la Salud, Maristela Monteiro, lo explica: 'los homicidios, los accidentes de tránsito, los suicidios, las conductas violentas, la violencia doméstica, el abuso o el maltrato de niños y la negligencia ocurren en ocasiones en que se ha bebido mucho, pero la mayoría de esas personas no son alcohólicas'.
Otro factor de enorme riesgo en el cuál el consumo de alcohol puede provocar enormes daños es en las embarazadas, para las cuales la simple ingesta puede generar un síndrome alcohólico fetal y complicaciones relacionadas con el parto prematuro, que perjudican a la salud y el desarrollo de los neonatos.
El establecimiento de normas y la implementación de campañas de prevención debería ser una prioridad para todos los estados. La OMS a través de su libro “Alcohol: No Ordinary Commodity“ analizó durante tres décadas el consumo del alcohol en el mundo, y estudió específicamente cuáles eran las regiones en las que este dilema pudo controlarse. Las estrategias para la disminución tanto de la adicción como de la ingesta incluían: leyes sobre la edad mínima, monopolios de gobierno, restricciones para los expendedores y los horarios de venta, impuestos y medidas para evitar que las personas conduzcan en estado de embriaguez. Un caso interesante es el de control de monopolios. La investigación sugiere que una norma muy eficaz pero pocos países se animan es el control del mercado.
Tomar una decisión en este sentido podría ser de gran eficacia. El caso de Finlandia refleja esta situación. Este país hasta 1968, solo permitía la venta de cerveza en establecimientos pertenecientes al gobierno. A partir de ese año, autorizó la venta de cerveza y alcohol en tiendas de alimentos y el consumo total aumentó en un 46% (en especial entre los adolescentes de 13 a 17 años). En este sentido, la accesibilidad de horarios y puntos de venta incrementa prácticamente al doble el consumo, Hoy en día, algunos sitios de Estados Unidos, Canadá, Rusia, India, el sur de África y Costa Rica, los monopolios de gobierno supervisan la producción, la venta o la distribución, aunque no las tres actividades al mismo tiempo.
Para detener la muerte que implica tanto el alcoholismo como el consumo de alcohol, las medidas deberían ser urgentes. “Compete a los países la responsabilidad principal de formular, aplicar, vigilar y evaluar políticas públicas para disminuir el consumo nocivo de alcohol”, advierte la OMS. En este sentido, esta organización brinda una serie de estrategias para que en lugar de promesas existan realidades:
• Regular la comercialización de las bebidas alcohólicas (en particular, la venta a los menores de edad).
• Regular y restringir la disponibilidad de bebidas alcohólicas.
• Promulgar normas apropiadas sobre la conducción de vehículos en estado de ebriedad;
• Reducir la demanda mediante mecanismos tributarios y de fijación de precios.
• Aumentar la sensibilización y el apoyo con respecto a las políticas.
• Proporcionar tratamiento accesible y asequible a las personas que padecen trastornos por abuso del alcohol.
• Poner en práctica programas de tamizaje e intervenciones breves para disminuir el consumo peligroso y nocivo de bebidas alcohólica.