"Ya mucho antes del nacimiento de su hijo; la madre que lo lleva en su seno, debe tomar conciencia de los poderes que ella tiene sobre niño. No basta con que ame a su hijo, es preciso que aprenda a utilizar los poderes del amor. Pensando en su hijo; tiene la posibilidad de proyectar su amor hasta las regiones sublimes, para recoger de allí los elementos necesarios para su correcta evolución, y transmitírselos.
¿Cómo puede creer una madre que sólo con sus recursos, puede ser capaz de dar a su hijo todo lo que necesita; si no va a buscarlos a otra parte, más arriba, en el plano espiritual? Entonces; de vez en cuando, durante algunos minutos, varias veces al día, con sus pensamientos y sus oraciones, se presenta ante Dios diciéndole: «Señor, quiero que este hijo que me das, sea tu servidor. Pero para ello, necesito otros elementos que sólo están cerca de Ti: ¡Dámelos, por favor!» Diremos que no es fácil presentarse ante Dios. Ciertamente, es una manera de hablar. Sólo pensando en la belleza, la luz y la eternidad, la madre atraerá elementos sutiles más elevados; y se los transmitirá, a su hijo."