Por síndrome de Maripili se conoce a las actitudes no conscientes de sabotaje que tienen muchas mujeres como consecuencia del miedo a no ser queridas, entre otras cosas y que llega a influir y perjudicar todos los aspectos de su vida.
Infobae.com entrevistó a la licenciada Elsa E. Álvarez (MN 944) y la licenciada Cecilia Lotero (MN 37589), del Instituto de Psicología Argentino (Inepa) para conocer más acerca de este mal, para que quienes lo padecen puedan identificarse en esta nota y pedir ayuda. Porque la buena noticia es que esas sensaciones de inferioridad pueden revertirse.
¿Cómo podría definirse el síndrome de Maripili? ¿A qué debe su nombre?
A pesar que el término Maripili aplicado a este síndrome, es de origen desconocido y parece haber surgido de manera espontánea y natural, se puede hablar de ciertas conductas observables que son el efecto de dicho síndrome. Estas son todas aquellas que llevan al autosabotaje en diferentes roles.
El síndrome de Maripili tiene raíces culturales, sociales, familiares y emocionales.
En una cultura donde se endiosa el perfeccionismo, la estética a ultranza, una ideología de preponderancia masculina y el tomar a los seres humanos como objetos, es lógico que tengan como efecto personalidades autoexigentes y preocupadas por “pertenecer”, donde “pertenecer” significa dejar de lado las propias metas y objetivos para tener en cuenta los objetivos de la cultura.
Por otro lado, ciertos grupos familiares impulsan aun más estos modelos sociales de exitismo y perfeccionismo, pretendiendo que las hijas criadas en estos hogares sean “perfectas” en cuanto a su belleza física y a su adecuación al modelo social. Mujeres perfectas para encontrar maridos perfectos (buen nivel económico, probablemente profesionales, deportistas o empresarios exitosos) para tener hijos también perfectos, viviendo en barrios perfectos.
Estas familias provocan un estrés y desgaste emocional profundo en los hijos que educan, en este caso hijas, que tratan desesperadamente de adecuarse a lo que se espera de ellas convirtiéndose en seres inseguros, muchas veces de aspecto físico muy agradable y paradojalmente de baja autoestima, muy atentas a cualquier imperfección física, ya que esto implica descender en el modelo social.
¿Quiénes lo padecen?
Este síndrome es sufrido por mujeres que viven de acuerdo a un modelo de sumisión. Esto implica aceptarse a sí mismas como objetos, que pueden ser “vendidos” y “comprados” comercialmente, por lo tanto se adaptan a los que los modelos masculinos pretende de ellas, lo cual equivale aceptar un modelo de competitividad, donde algunos están arriba y otros abajo. En este modelo, las mujeres están abajo y los hombres, arriba.
¿Cuál es la causa? ¿Dónde tiene su origen?
Su origen: el miedo de las mujeres a no ser queridas, el miedo a no complacer las expectativas del entorno; en resumen la sumisión como modelo existencial.
¿Cómo afecta la vida diaria de quien lo padece?
Muchas veces, su miedo a ser abandonadas y no queridas las lleva a someterse a situaciones de injusticia y/o violencia por ejemplo, en el seno familiar.
Lo que ocurre es que la ciega necesidad de ser amado, respetado y reconocido por las personas que nos rodean puede llevar a someterse incondicionalmente a otro por temor e inseguridad, con la consiguiente carga de emociones negativas que pueda volcarse hacia el otro o hacia si mismo en conductas violentas autodestructiva (por ejemplo adicciones) o también enfermedades.
¿Puede revertirse? ¿Cómo?
Estas situaciones son reversibles, para eso es necesario:
- Tomar consciencia de las capacidades propias y valorarlas
- Tomar la decisión, que si bien los demás son importantes, nosotros también lo somos
- Eliminar creencias machistas
- Reemplazar un modelo competitivo (siempre hay uno que gana y otro que pierde) por uno colaborativo (todos podemos ganar, por lo menos en algo)
- Aprender a pedir lo que cada uno esencialmente necesita, en vez de cubrirlo por el temor a la mirada del otro
- Por último, tomar riesgos teniendo la seguridad que es nuestra propia vida y nuestro equilibrio emocional el que esta en juego
¿Cómo puede colaborar el entorno de la persona?
Comprendiendo las inseguridades de quien sufre este síndrome, asegurándoles amor y protección, no permitiendo ser complacidas e invitando a que expresen lo que auténticamente piensan y sienten en cada situación, aceptando que por momentos podemos expresar tristezas y enojos y ser comprendidos y protegidos, destacando los logros de estas personas aunque sean pequeños, ya que un pequeño éxito constituye una escalón para un éxito mayor.
En síntesis, mostrando amor, comprensión, calidez y protección.
Las personas que padecen este síndrome, suelen encerrarse en sí mismas, plantean que siempre todo está bien, se muestran siempre deseosas de ayudar al otro, olvidándose de sí mismos, nunca plantean preferencias ni gustos personales, van por ejemplo a ver películas que otros deciden, a restoranes que a otros les agradan, adquieren la ropa que más les gusta a amigas, madre o parejas.
En síntesis, no toman consciencia de sus propios deseos, preferencias, sentimientos. Su única guía es agradar al otro y ocultarse tras esta sensación de que los deseos de los otros están primero que los propios.
Esto, con el transcurso del tiempo provoca más y más emociones desagradables, sienten mucho enojo consigo mismas por su complacencia con otros, pero al mismo tiempo no pueden dejar de hacerlo. Les es difícil salir del círculo de complacencia, enojo, mayor complacencia para tapar el enojo y mayor enojo provocado por esta mayor complacencia, circulo que se repite indefinidamente.
Para poder cortar este círculo, es imprescindible pedir ayuda, ya que estas conductas de complacencia y enojo son absolutamente automáticas, están basadas en aprendizajes infantiles no conscientes, resulta muy difícil tomar consciencia solos de las mismas y por lo tanto cambiar su automatización.
Para salir de este círculo, es imprescindible el desarrollo de la inteligencia emocional y de la propia autoestima.
Maripili en el mundo laboral
En el ámbito laboral, se perciben rápidamente las mujeres que padecen el síndrome de Maripili. Son amables y buenas compañeras, y muchas veces no ascienden en su trabajo, por miedo a no ser queridas.
Cuando en cambio acceden a puestos de liderazgo, son permisivas, les cuesta poner límites. Es más importante para ellas ser queridas y reconocidas que ser efectivas. Lo cual las convierte en líderes poco eficaces y poco protectoras, ya que permiten muchas conductas inadecuadas de sus subordinados.
Estas mujeres, al aceptar el modelo de sumisión cultural al hombre, no se plantean puestos jerárquicos muy elevados, ya que al mismo tiempo, estos puestos entran en competencia e incongruencia con sus otros roles (esposa, madre, etc.).
El llamado techo de cristal existe no sólo por la existencia de un modelo cultural masculino de limitación del crecimiento femenino, sino que se sustenta además por la aceptación que tienen las Maripili de dicho modelo.
Es importante, para el liderazgo femenino tener en cuenta la importancia de un modelo de colaboración posible entre las visiones del mundo masculinas y las visiones femeninas del mismo. Esta integración, de ambas visiones dentro del liderazgo posibilita las potencialidades tanto de hombres como de mujeres.
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Publicado por maria angelica sassone