Desde hace más de 10 años distintos grupos de vecinos vienen
denunciando que el indiscriminado uso de agrotóxicos en sus territorios
ocasiona enfermedades en sus familias, muchas de ellas muy graves. Ante
esta situación, algunos miembros de equipos de salud de los pueblos
fumigados se reunieron en la Facultad de Cs. Médicas de Córdoba (2010) y
de Rosario (2011) y formaron esta Red para estudiar y recopilar datos
sobre el impacto que la actual forma de producción agroindustrial
ocasiona en nuestras comunidades; para difundir la información
científica -que las empresas como Monsanto y los gobiernos nacionales y
provinciales ocultan- sobre la toxicidad de glifosato, 2.4D, atrazina,
endosulfán, clorpirifós, etc. Y también para acompañar al movimiento de
las comunidades damnificadas en sus reclamos por derechos a la salud y a
un ambiente sano.
El Modelo Productivo: uso creciente de agrotóxicos
La tonelada de soja que cotizaba a 160 u$s en 2001, en marzo de 2012
valía 500 u$s, el rendimiento promedio es de 3 a 4 tn/ha, los costos de
producción son de 100-150 u$s/ha: la rentabilidad es descomunal. De un
total de 300.000 productores rurales en todo el país, 80.000 se dedican a
esta agricultura transgénica y química, de ellos 20.000 concentran el
70% de la producción, son básicamente S.A. y pooles de siembra que lo
hacen arrendando campos o intrusando territorios de pueblos originarios o
de campesinos ancestrales.
En los últimos diez años, la frontera agrícola se ha expandido casi en
un 60%, avanzando sobre regiones destinadas a otras producciones, sobre
territorios con agricultura familiares y masivamente sobre bosques.
Mapa del cultivo de soja, 2005-2009 SAGyP
Impera una agricultura de monocultivos, una agricultura química, un
modelo agroindustrial que utiliza un paquete tecnológico que incluye
siembra directa, semillas transgénicas y aplicación agrotóxicos. En ese
marco, y principalmente como consecuencia de la inviabilidad natural del
monocultivo, con el fin de sostener la productividad se aplican
cantidades cada vez mayores de agroquímicos en un territorio donde
conviven con los cultivos transgénicos más de 12 millones de personas.
Hay que reconocer que los “productos” que utilizan son todos venenos:
los herbicidas, como glifosato, 2.4D o atrazina, están destinados a
matar plantas, y los orientados a matar insectos como endosulfán,
clorpirifós, dimetoato, etc. tienen efectos deletéreos sobre la salud
humana.
La utilización de estos agrotóxicos viene aumentando exponencialmente
desde el año 1990: en ese momento se usaban 30 millones de litros de
venenos, hoy (2012) se aplican más de 340 millones de litros. En la
misma hectárea donde se usaban 2 ó 3 litros de glifosato, hoy se usan 8 ó
12 litros y se le agrega 1,5 litros de 2.4D por año, en zonas de
Santiago del Estero y Chaco se usa hasta 20 litros/ha. de Round Up.
Aumento de consumo de agroquímicos por año, en millones de litros/kilos
El gobierno estimula este tipo de producción, haciendo oídos sordos al
reclamo de los pueblos fumigados de restringir inmediatamente las
fumigaciones en zonas pobladas, prohibir las criminales fumigaciones
aéreas y poner en discusión el sistema de producción agraria en la
Argentina.
Situación de los pueblos fumigados
Después de 15 años de fumigaciones sistemáticas, los equipos de salud de
los pueblos fumigados detectan un cambio en el patrón de enfermedades
en sus poblaciones: los problemas respiratorios son mucho más frecuentes
y vinculados a las aplicaciones, igual que las dermatitis crónicas; de
la misma manera, los pacientes epilépticos convulsionan mucho más
frecuentemente en época de fumigación, son más frecuentes la depresión y
los trastornos inmunitarios.
Se registran altas tasas de abortos espontáneos (hasta del 19%) y
aumentó notablemente las consultas por infertilidad en varones y
mujeres. Los rebaños de cabras de los campesinos y originarios
registran, en algunas zonas, hasta un 100% de abortos vinculados a la
exposición con pesticidas. Se detecta también un aumento de trastornos
tiroideos y de diabetes.
Cada vez nacen más niños con malformaciones en estas zonas,
especialmente si los primeros meses del embarazo coinciden con la época
de fumigaciones. Síndromes de Down, mielomeningoceles, cardiopatías
congénitas, etc. se diagnostican con frecuencia en estas áreas.
Los pueblos fumigados también presentan un cambio en sus causas de muerte.
Según los datos de los registros civiles a los que hemos podido acceder,
encontramos que más del 30% de las personas que mueren en estos pueblos
fallecen por cáncer, mientras que en todo el país ese porcentaje es
menor a 20%. La mortalidad por cáncer aumento claramente en estas áreas,
siendo éste un fenómeno nuevo, detectado por nuestros colegas desde el
año 2000 y no verificado antes. Curiosamente, la fecha coincide con la
expansión del consumo de glifosato y otros agroquímicos que son
masivamente aplicados en la zona.
La agresión química afecta a todas las personas, pero sin duda que los
pobres del campo, los peones, sus mujeres y niños, son los que tienen
menos posibilidades de proteger y recuperar su salud. Además, desde el
norte de Córdoba y Santa Fé, la mayor parte de los nuevos
emprendimientos de agricultura química son concretados por S.A. y pooles
de siembra; estos utilizan la vía aérea de fumigación de manera casi
generalizada y las dosis de venenos son mucho más alta por las
condiciones climáticas y biológicas de la región, las consecuencias las
sufren principalmente los pueblos originarios y los campesinos
ancestrales.
Las evidencias cientificas
Las manifestaciones clínicas que los médicos de pueblos fumigados
observamos en nuestros pacientes encuentran su causalidad biológica en
los resultados de investigaciones científicas en modelos experimentales
con diversos plaguicidas, incluyendo glifosato. Así, por caso,
investigaciones de nuestros científicos demuestran de qué manera el
glifosato actúa en el desarrollo embrionario produciendo malformaciones
(Carrasco 2010), y como este veneno genera daño a las moleculas de ADN
del nucleo celular, promoviendo líneas celulares mutantes que
ocasionarán cáncer si no logran ser eliminadas por el individuo (Alassia
2011, Simoniello 2010).
También, numerosas publicaciones científicas en todo el mundo demuestran
cómo la exposición a agrotóxicos aumenta notablemente las tasas de
malformaciones, abortos, cáncer y trastornos hormonales en las personas
sometidas a fumigaciones reiteradas.
Incluso las Revisiones Sistemáticas de la Medicina Basada en la
Evidencia sostienen la necesidad de disminuir esta exposición por
contarse con evidencias suficientemente fuertes y consistentes para
reconocer que la exposición a plaguicidas aumenta el riesgo de afectar
la salud humana (Sanborn 2005 y 2007). (Ver en Informe 1º Encuentro: www.reduas.fcm.unc.edu.ar)
Negando la Realidad
A pesar de todas las denuncias hechas por los vecinos, la información
recopilada en los Encuentros de Médicos de las facultades de medicina de
Córdoba (2010) y de Rosario (2011), y todos los datos científicos que
demuestran la toxicidad de los pesticidas, el Gobierno sigue apostando a
aumentar la producción agraria con el mismo modelo.
Del sector
empresario, académico y gubernamental, que defienden a la agricultura
química, se sigue insistiendo que no hay pruebas suficientes…, nos
recuerdan a Phillips Morris cuando afirmaba que no había pruebas de que
el cigarrillo produjera cáncer de pulmón; ensayos controlados de
toxicidad no son éticamente realizables en humanos, pero los datos
epidemiológicos terminaron sepultando la coartada de las multinacionales
del cigarrillo; como también demuestran hoy las toxicidad de los
productos de Monsanto, Dupont, Syngenta, Bayer o Novartis.
No se aplica el Principio Precautorio de la Ley de Ambiente, no se trata
el proyecto de ley nacional que penaliza aplicar estos venenos sobre
las personas, se sigue promoviendo el aumento indiscriminado de su
utilización y se sigue manifestando que el glifosato es tan inocuo como
“agua con sal” o que se puede tomar un vaso lleno de round up sin
peligro, como lo hizo el Ministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao.
(ver:
Predomina el negocio sobre el derecho a la salud, el oro sobre la
conciencia y se aferran a las mentiras que impuso Monsanto cuando
impulsó la producción transgénica. Incluso en los pueblos fumigados
vemos cómo familias de productores muy afectadas por los químicos niegan
esta relación, alucinados por la millonaria diferencia que alcanzan al
final de la temporada.
Casi 2500 millones de u$s se gastan en agrotóxicos en Argentina; las
empresas transnacionales proveen las semillas y los venenos, compran la
producción, controlan nuestro comercio exterior y además especulan
financieramente con el precio de los alimentos (estos son los que se
quedan con la mayor parte de la renta). Y como si fuera poco, enferman a
nuestra población rural y destruyen su ambiente con la complicidad de
los gobiernos provinciales y el nacional.
Para restringir mínimamente esta catástrofe sanitaria nos piden más
pruebas. ¿Cuánto sufrimiento, dolor y muertes tendremos que mostrar para
que reconozcan la necesidad de limitar las fumigaciones?
¿Qué reclamamos?
• Prohibición de las fumigaciones aéreas, tal como se ha hecho en la Unión Europea.
• Restricción del área de fumigaciones terrestres, alejándolas de las zonas pobladas.
• Reclasificación de los agrotóxicos utilizados en nuestro país,
considerando sus efectos agudos, de mediano y largo plazo en los seres
humanos.
• Aplicación del Principio Precautorio establecido en la Ley General del Ambiente Nº 25.675, Art4º.
• Creación de una dependencia de Salud y Ambiente encargada de autorizar
o rechazar el uso de cada pesticida en particular, en reemplazo del
actual ente regulador (SENASA) en el que sólo participan el área de
agricultura del estado, los productores representada en la Mesa de
Enlace y las Cámaras productoras de plaguicidas, prevaleciendo así las
necesidades productivas y comerciales por sobre la salud de nuestras
comunidades.
Los vecinos, los ciudadanos, ¿qué podemos hacer?
Ante esta situación, el papel de los miembros de los equipos de salud,
los vecinos, las comunidades y la sociedad en general es fundamental.
Resulta imprescindible que cada uno de nosotros en nuestro barrio,
nuestro pueblo o ciudad nos organicemos para reclamar por el derecho a
la vida, a la salud y a un ambiente sano.
Ayúdanos a recoger información sobre el impacto en la salud de los agrotóxicos:
• Recoger testimonios, en los que se reconstruyan situaciones de
vulneración de derechos en historias de vida reales constantes y
sonantes para denunciar el actual atropello por parte del agronegocio y
sus socios políticos y sociales.
• Hacer mapas o croquis de las poblaciones con los campos de
transgénicos, los acopios y depósitos de venenos, ubicando los
domicilios de los vecinos enfermos de cáncer, malformaciones,
hipotiroidismo, púrpuras, lupus y diabetes. Esto grafica crudamente en
una imagen lo que decimos en muchas palabras.
Georeferenciación de casos en Barrio Ituzaingo de Córdoba, año 2005, a la derecha del barrio estaban los campos de soja
• Hablar con los médicos de tu pueblo o barrio e invítalos a informarse y contactarse con esta Red.
• Organizar actividades de divulgación y debate del problema en tu
localidad. Es preciso poner en la esfera pública este conflicto;
miembros de esta Red pueden participar aportando sus conocimientos
técnicos sanitarios del tema.
• Generar grupos colectivos de “Paren de Fumigar” en cada pueblo que
promuevan la generación de ordenanzas y normas locales que restrinjan
las fumigaciones generando reparos ambientales de 800 o 1000 metros a
partir del ejido o limite urbano de los pueblos; que impida la
circulación de los mosquitos cargados de venenos por las calles, que
retire los acopios de granos de los centros urbanos y también de los
depósitos de agrotóxicos. Y que coordinen con grupos similares de tu
provincia y el país.
• Ayúdanos a difundir la información que recogemos en los medios de comunicación de tu zona.
Es la hora de participar, involucrarnos y ejercer una ciudadanía plena en la defensa de nuestros derechos.
Esta lucha la hacemos entre todxs.
Dr. Medardo Avila Vazquez
Médicos de Pueblos Fumigados
www.reduas.fcm.unc.edu.ar
www.reduas.fcm.unc.edu.ar