Este sabroso fruto seco, muy apreciado en la cocina india, no solo  proporciona energía sino que constituye un auténtico tesoro para la  salud del corazón. 
   El anacardo (Anacardium occidentale), de la familia del mango y el  pistacho, es toda una curiosidad botánica. Produce un fruto seco de  cáscara dura y forma arriñonada de 3 a 5 cm de longitud que contiene la  semilla, el anacardo comestible. 
   Muchas personas evitan los frutos secos por su contenido graso, pero  todos tienen un lugar en una dieta sana si se consumen en cantidades  adecuadas. De hecho, según varios estudios, las personas que los  consumen al menos dos veces a la semana ganan menos peso que las que no  los comen nunca. En general, son un alimento valioso por sus proteínas,  minerales, vitaminas y antioxidantes. 
   Amigo de tu salud 
   El anacardo destaca como uno de los más sanos debido a su perfil nutritivo. 
   La cantidad total de grasa es menor que en las almendras o las nueces y  las proporciones de ácidos grasos saturados, monoinsaturados y  poliinsaturados se acerca mucho al 1:2:1 que los nutricionistas  consideran ideal. Esto quiere decir que posee el doble o más de ácidos  grasos monoinsaturados, como los del aceite de oliva, los más  beneficiosos para el sistema cardiovascular, que poliinsaturados y  saturados. La cantidad de grasa poliinsaturada (omega-6) es pequeña,  pero suficiente desde el punto de vista nutritivo, por lo que no se  descompone y enrancia tan fácilmente como otros frutos secos. 
   En cuanto a la grasa saturada, la menos recomendable, no es un gran  problema: hace falta consumir 50 g de anacardos para obtener la misma  cantidad de grasa saturada que aportan 10 g de mantequilla. 
   El perfil graso del anacardo es óptimo para controlar el colesterol y  los triglicéridos, lo que reduce el riesgo cardiaco. El efecto de su  fibra lo reduce aún más. 
   A esta protección cardiovascular contribuye su contenido en  fitoesteroles, tocoferoles y escualeno, todos ellos compuestos  antioxidantes. 
   La ración recomendada de anacardos es de unos 30 g (unas 18 a 20  semillas). Esta cantidad aporta 172 calorías, 14 g de grasa, casi 10 g  de hidratos de carbono, 4,6 g de proteínas y 1 g de fibra. Los anacardos  contienen más hidratos de carbono de absorción lenta que la mayoría de  frutos secos y sus proteínas son más completas. Además, como alimento  habitual, protegen el corazón y refuerzan el sistema inmunitario,  reduciendo el riesgo de contraer infecciones y a largo plazo  enfermedades más graves como el cáncer. 
   En el anacardo destaca la concentración de cobre y magnesio, lo que  justifica sus beneficios sobre los sistemas inmunitario y nervioso. Pero  también contiene dosis notables de hierro (el 9% de las necesidades  diarias en una ración de 30 g), cinc (20%), fósforo (20%) y selenio  (10%). El primero es esencial para el transporte de oxígeno, mientras  que el cinc y el selenio colaboran con las defensas en la eliminación de  virus, bacterias, radicales libres y células precancerígenas. En  conjunto, la fórmula mineral del anacardo resulta muy conveniente en las  etapas de crecimiento. 
   Los beneficios sobre el sistema nervioso debidos al magnesio se  potencian con la abundancia de vitaminas del grupo B. Incluso una ración  moderada de 30 g aporta el 5% de las necesidades diarias de vitamina B2  y el 6% de las de vitamina B1 y B6. Esta, en combinación con el  triptófano, tiene un efecto positivo sobre los estados de ánimo  depresivos. 
   Las proteínas vegetales también son destacables: 16 g de proteínas por  cada 100 g, por lo que una ración de 30 g proporciona en torno al 10% de  las necesidades diarias. Pero lo más interesante es que se trata de  proteínas ricas en aminoácidos fáciles de asimilar. 
   M.Núñez y C.Navarro (salud) y Santi Ávalos (cocina)
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